Así comienza a hablar Hernán Rapela, quien es un periodista, folclorista, productor, empresario, locutor y conductor argentino de una larga trayectoria, cuando se refiere a los tiempos que ha vivido, a las experiencias, y en especial a aquellos tiempos compartidos con el recordado Hernán Figueroa Reyes en los escenarios.
La continuidad de esta idea es aún más jugosa y contundente: «Procedemos de una nación con artistas soñadores, de un medio y de una sociedad que creía, admiraba y estaba conectada con el resto del territorio. Teníamos noción de qué había en Mendoza, de lo que pasaba en Salta y a veces en Río Negro. Todo eso fue gestando una conciencia juvenil que desembocaba en la canción folclórica, aquellos creció y fue un momento auge».
Rapela señala sobre otros tiempos y sobre la relación entre las figuras del folclore: «Éramos imberbes y creíamos en la bohemia, que era esa confraternidad y esa forma de establecer vínculos, de fusionarse unos y otros».
Sobre la figura de Hernán Figueroa Reyes, él destaca que «se lo recuerda no solamente por sus condiciones como artista, sino como productor, como visionario y como un tipo con enorme intuición, con un gran concepto para producir, para generar. No hace falta sólo cantar bien o ser buen mozo, sino que hay un cóctel. No sé si muchos recuerdan que más allá de ser cantor fue productor discográfico durante muchos años». Rapela, quien fue músico de Figueroa Reyes, lo recuerda además como «una figura singular, de gran simpatía y un color de voz diáfano».
En cuanto a los tiempos actuales, el entrevistado hace hincapié, con pena, en que «absolutamente nadie habla del drama cultural de la Argentina, del vaciamiento total y definitivo de los valores culturales, que no pasan solamente por la guitarra, el bombo y el tango, sino por una concepción que se ha definido totalmente de nuestras idiosincrasias».
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