Oeste de la Provincia de Buenos Aires, Partido de Rivadavia. Allí el nombre de un pueblo es sumamente sugestivo: Mira Pampa. Como quien invita a observar más allá, en la inmensidad que se despliega hasta llegar al horizonte, adentro. Pampa, “territorio de gran extensión con escasa vegetación arbórea”. La vista se agudiza y se engrandece en este punto del mapa, en el límite entre dos provincias: Buenos Aires y La Pampa.
Aquí reina la paz y en el medio de la llanura, la antigua Casa Mongiardo es su referente desde hace casi setenta años. Manuel Olivera es un personaje bonachón en su hablar, nos atiende con calidez y se predispone a contar la historia de su terruño:
“Estamos a 73 kilómetros de América (cabecera del distrito) y a unos quinientos metros hacia el oeste ya nos encontramos con el Meridiano V, donde ya comienza La Pampa. Además nos hallamos a 60 kilómetros de General Pico, a 90 de Trenque Lauquen y a 50 de Quemú Quemú. Todo nuestro entorno de acceso es de tierra. Aquí somos unos 45 habitantes”.
Mientras que nuestro protagonista habla se puede escuchar el sonido de la naturaleza, las aves cantan como haciendo un coro al tiempo que Manuel habla de su vida: “Vivimos en la misma estación del ferrocarril y el negocio está enfrente, lo atiende mi señora que es la heredera de la familia Mongiardo. Sus abuelos llegaron en el año 1949. Tengo idea que antes fue de una familia de apellido Pujol y después la familia Mongiardo compró ahí. Es un almacén de ramos generales muy antiguo. El abuelo de mi señora, cuando vino de Italia se instaló en Fortín Olavarría y trabajó en la construcción, hasta que después se vino a Mira Pampa”.
Actualmente, según dice Manuel, no cuenta con elementos históricos de esos que se pueden encontrar en muchos almacenes similares que aún se esparcen por la Provincia: “Esto funciona más que nada como una despensa, se mantiene más que nada por tradición y no son muchas las ventas que se pueden hacer. En otros tiempos sí supo funcionar hasta como bar”. Eran otros tiempos en los que Casa Mongiardo atendía las 24 horas, atendiendo a ferroviarios y a reseros que desfilaban con su tropa levantando polvareda a su paso y dando espacio para una comida casera, una copa o un juego de truco o de mus.

Los sonidos ambientales siguen siendo llamativos en el fondo de la conversación. Ahora las gallinas han reemplazado a los pájaros y en su idioma parecieran decir que están felices. Uno puede imaginar que no puede ser de otra manera, cómo no ser feliz en medio de aquella paz…
La antigua estación de trenes se mantiene en pie. Ella también fue testigo de otros tiempos. Cuarenta y cinco personas se contabilizan en la zona urbana mientras que algunos otros viven en los campos de la zona aunque son menos que antes: “Ha variado mucho porque con los pooles de siembra las chacras pequeñas ya fueron todas alquiladas y son pocas las familias que viven de los campos”. La agricultura sigue siendo el fuerte de esta zona pero el devenir de los acontecimientos ha hecho que los pequeños pueblos vayan desapareciendo.
Con la misma franqueza y amenidad, Manuel cuenta que su esposa es nativa de Mira Pampa pero que él llegó en el año 1968, proveniente de Luan Toro, La Pampa: “Ya me siento parte de acá. A Mira Pampa le debo todo, aquí formé mi familia y lo defiendo mucho”.
El tren dejó de pasar en 1962 en este lugar que era punta de riel y fue cuestión de años para que llegara el desmantelamiento total y con él, el ocaso. Aún hay personas que desconocen esta historia de cómo “el progreso” y las decisiones políticas se llevaron puesto al ferrocarril y en efecto dominó a los pueblos que, como capricho del destino, también habían nacido a partir de él. El tren los hizo nacer y su ausencia también los hizo caer: “Tuve la suerte de hablar con gente grande del pueblo, me decían que llegó a tener unos 720 habitantes y que había llegado a ser el segundo pueblo del Partido de Rivadavia”.
La vida actual es de paz y trabajo. Acá todos se cuidan como una gran familia. La gente del pueblo visita el boliche, el cual “no tiene horarios” porque acá los relojes parecen no ser consultados. De tanto en tanto los visitantes curiosos visitan Mira Pampa, muchos de ellos aficionados por el ferrocarril.
La Escuela Primaria Nº 10 y Jardín de Infantes son las instituciones que aún perduran en el pueblo. Los niños de la zona asisten allí y se preparan para el futuro. Manuel junto a otros habitantes han trabajado para armar un SUM para esta escuela así como también se preocupan por cuidar la estación y la plaza “Alfredo Manuel Álvarez”. Así se hacen las cosas en los pequeños lugares: a pulmón.
La fundación de la Estación Mira Pampa data de enero de 1914. El hecho de ser punta de riel hizo que la gente se asentara en la zona y que fueran asiduamente a buscar mercadería que llegaba en los trenes. En esos tiempos, el pueblo supo tener panadería, carnicería, correo, algún otro almacén y hasta un equipo de fútbol. Hoy corren otros tiempos, los de encontrar el encanto del silencio mientras que Casa Mongiardo se erige como un guardián.
