“Lo de Ofelia” fue un lugar clásico de Suipacha, provincia de Buenos Aires. Muchas historias se contaron detrás de sus muros teniendo en cuenta que es un edificio con 117 años de historia, pero como aquellos guerreros que se niegan a rendirse, el espíritu del lugar renace en nuevas formas. Los tiempos actuales lo encuentran convertido en una cervecería y restaurante y sus dueños, Marcelo Bolia y Elizabeth Sosa, quienes han apostado a esta propuesta gastronómica, nos cuentan algo más de esta historia:
En cuanto a las características del lugar, Marcelo cuenta que “El lugar fue fundado por la familia Peloso en el año 1903 y aún vive la nieta del fundador, Doña Ñata, que tiene 85 años. El edificio se encuentra exactamente igual que en 1903, lo único que se ha cambiado en 1952 fue la barra, que era toda de madera y fue reemplazada por una barra de mármol, la mitad de la misma es de ese material y fue traída de un boliche de Buenos Aires”.

Según los relatos, antiguamente éste fue un almacén de ramos generales en la que se podía comprar desde una montura hasta una aguja, y el espacio estaba dividido en dos sectores: el de compras y el de copas, en donde los parroquianos desfilaban durante todo el día, pero sobre todo a la mañana cuando iban a llevar la leche a la fábrica cercana, La Suipachense.
Y si de contar historias se trata este mítico lugar tiene una perlita particular ya que algunas escenas de la película “El bonaerense” (2002), del director Pablo Trapero, fueron grabadas en esta locación.
TIEMPOS MODERNOS
Por su parte, Elizabeth se refiere a los tiempos actuales del local: “Esto surge en el 2018 cuando nosotros, que somos amigos, nos reencontramos en un boliche y comenzamos hablar del proyecto. Yo tenia un restaurante y necesitaba darle una vuelta de tuerca porque las cosas no andaban bien y él me propuso poner la cervecería. Actualmente quedó todo igual, pero con una decoración moderna”. Paredes antiguas, la barra de mármol y la estantería antigua conviven actualmente con moderna iluminación LED y un armado de deck en su exterior, tejiendo viejas y nuevas historias.
Otro cambio fue el de la denominación del local, pero, ¿por qué se llama Freire? Porque así se llamaba la antigua estación del ferrocarril, que actualmente se llama Suipacha: “La primera estación se llamaba así porque cuando pasó el tren por acá le expropiaron las tierras a Toribio Freire”, dice.

MÁS ALLÁ, EN EL TIEMPO
Toribio Freire era el propietario de las tierras que hoy nos ocupan, hasta que en el año 1866 el gobierno nacional las expropió para montar la primera estación del ferrocarril del Oeste, a la cual llamó Freire. Allí nació la ciudad de Suipacha, sobre la actual ruta 5, entre Mercedes y Chivilcoy.
La familia Peloso construyó en 1903 su casa y, adelante, un almacén de ramos generales. Esa casona estaba ubicada a unas siete cuadras de la estación y a cinco de la plaza central de la ciudad. La familia fue creciendo y la historia de vecinos y viajeros se fueron escribiendo en sus paredes.
En 1980 Ñata, la nieta del fundador, le alquiló el boliche a Beto Scapino, quien lo administró hasta el 2006, como bar o boliche de campo.
Muchas cosas pasaron, pero el 2018 le dio una nueva posibilidad a esa histórica esquina de la mano de Elizabeth y Marcelo. Nuevos tiempos llegan y todo se flexibiliza, con la idea de que los sitios históricos no se pierdan y queden cerrados para siempre. Desde ese lugar se valora su rescate, en la apuesta a un emprendimiento y en poner en cada plato lo más fraterno que tiene la comida casera, con sabor a hogar y a amor.