Entonces uno no puede no preguntarse si en verdad esto llamado ¨la cadena de las carnes” es efectivamente una cadena y funciona como tal o es una declamación o un título para las fotos que hemos visto repetidamente todos estos años y un excelente ingreso para los consultores que nos repiten una y otra vez las excelentes perspectivas de un negocio cuya renta nunca llega al criador.
¿Qué es entonces una “cadena” si solamente uno de sus eslabones, en este caso la industria, se lleva todo el beneficio del fantástico crecimiento de las exportaciones y no vuelca nada al precio de la hacienda? Eso, mis amigos, está lejos de ser una “cadena”.
Se podrá decir que durante la “década ganada” las industrias tuvieron pérdidas… ¿y la producción qué? Este no es un argumento. Luego, dicen: “y… si se cae un frigorífico deja tanta gente en la calle…” ¿Entonces qué? ¿Por qué tenemos que pagar los ganaderos el riesgo empresario de quien decide dedicarse a una industria? Tampoco es válido. Y el mejor ejemplo fue la caída de Cresta Roja. El camino fácil que el Estado se haga cargo de una empresa (o sus trabajadores) muy mal manejada mientras sus dueños… ¿dónde están? ¿Adónde fueron a parar las pingües utilidades que hicieron en los años previos a su caída?
En fin, que las industrias corran con sus riesgos y los ganaderos con el suyo. Lo que no es razonable es que se hable de la cadena de la carne y que en la realidad a la hora de las ganancias se las lleve uno solo.
“Las decisiones salen solo por consenso…” me dicen respecto de la metodología de la mesa de las carnes. Entonces entiendo el consenso como que cuando a los frigoríficos les viene bien, hay consenso. Si a ellos no les conviene no lo hay. De qué manera entonces puede salir una ayuda a los ganaderos si las industrias quieren todo para ellas. ¿Y los representantes de los productores dónde están? ¿Y el Ministerio dónde está para arbitrar?
Acordaron una nueva tipificación que incluye parámetros de calidad de carne que nunca se pusieron en práctica.
Seguimos comercializando la media res a pesar de los ríos de tinta escritos y la evidencia de saber que sería mucho más eficiente pasar a los cortes. ¿A quién le conviene mantener este sistema?
Y cuando se pide la exportación de terneros en pié para poder ponerle un “piso” al valor del ternero (que vale exactamente la mitad que en Uruguay) todos miran para otro lado porque a la industria le resulta molesto el tema. Menos oferta potencial. Les gusta cazar en el zoológico.
Ahora es el momento de habilitar este negocio a Turquía aunque sea para 100.000 terneros (Brasil y Uruguay exportan casi medio millón cada uno) antes de que termine la época de las yerras y se hayan castrado todos los terneros machos. Si no, habremos perdido otro año entero.
¿Cómo puede ser que las entidades de los productores no lo estén pidiendo a voz en cuello? ¿Cómo siguen permitiendo que la “cadena” la maneje la Industria Frigorífica?
Triste papel del Estado a través del Ministerio de Agricultur, Ganadería y Pesca que está ausente ya que no es capaz de arbitrar para ayudar a la producción. ¿Para eso pedían las Entidades ruralistas que fuera un Ministerio y no una Secretaría? ¿Para “balconear”?
Va mi refutación a la nota, que es la de un íntimo amigo de su autor, Arturo Vierheller.
——
Quienes hablamos a menudo con David Lacroze, el Coordinador de la Cadena de la Carne, sabemos que de ninguna manera se le ha quitado importancia o énfasis a este asunto de la exportación de ganado en pie.
Todo lo contrario, me consta que es una de las principales líneas de trabajo de la mesa y que sé que ahora mismo se está trabajando muy fuertemente en el tema.
Es así a pesar de las tensiones lógicas de cualquier cuestión que afecta intereses económicos en un momento de incertidumbre política. Disputas similares seguramente ocurren en tantos otros ámbitos desde las PASO, en medio de un escenario de eventual cambio de poder.
Este gobierno tuvo y tiene un claro sesgo anti corporativo y el riesgo es que dadas las circunstancias, intereses legítimos que tienen su representación en la “Cadena De La Carne”, puedan tentarse en volver al “sálvese quien pueda”, tratando cada uno de hacerse fuerte en su propia quintita. Sería lo esperable, casi diría que no puede ser de otra forma.
Hasta después de las elecciones, nadie, pero nadie, tendrá el peso suficiente para imponer ciertas medidas si no surgen de algún nivel de consenso.
En ese ánimo positivo, sería contraproducente despreciar esos acuerdos para imponer a la fuerza un giro copernicano en los valores que se fueron fraguando durante décadas o siglos en la práctica cotidiana y que por eso mismo son parte de la ideología de casi toda la dirigencia industrial y gremial.
Hacerlo por la fuerza, sería destrozar algo, justo cuando a pesar de la coyuntura está por darnos esos mismos resultados desde el acuerdo, los que por eso mismo serían más duraderos.
En este escenario, imponer con un decretazo sería como lastimar con un fórceps a un bebe sano y listo para un parto natural.
Sería como pretender que Mauricio Macri corra a las “organizaciones sociales” de la administración de los planes o que intervenga los gremios aeronáuticos para terminar con su actitud mafiosa o que a la fuerza y pocas semanas antes de las elecciones, se intente desplazar a Baradel de sus sindicatos.
Intentarlo supondría una absoluta falta de realismo y también, traicionar a quienes conformaron la cadena en un ámbito de creciente confianza mutua, donde casi todos los sectores terminaron aceptando por consenso cosas que hasta hace muy poco hubieran rechazado de plano.
Repasemos: unas cuantas líneas de trabajo este gobierno se mantuvieron en el tiempo, otras fueron para atrás y no lograron los objetivos.
Pero claramente la Mesa de la carne viene de menor a mayor, mejorando su desempeño y mostrando resultados, el primero de ellos: haber permitido un ámbito de discusión, consensuar la participación de las gremiales agropecuarias a costa de moderar cierto vedetismo, limitar seriamente la informalidad desde la venta minorista, avanzar en el tema cueros, etc. etc.
Un decretazo de Macri no serviría y a corto plazo terminaría postergando el asunto por muchos años, cuando justamente ahora y a pesar de tan difícil escenario, se está trabajando muy seriamente para habilitar la exportación de ganado en pie.
Hay que gobernar hasta el último día, pero en esta como en otras políticas agropecuarias que pueden sonar como políticamente incorrectas aunque todos saben apropiadas, y dado el escenario ideologizado que parece sobrevenir, quizás haya que esperar el resultado de las elecciones. Está el comunicado de la mesa ratificando la continuidad para el año próximo, sea cual fuera el gobierno.
Aun perdiendo Macri, la Cadena De La Carne podrá mostrarnos resultados beneficiosos para el sector y el país. Para ello no hay que caer en la tentación facilista y cometer errores políticos que solo servirían para justificar los argumentos de quienes están al acecho para romper el ámbito de trabajo logrado, los Samid y los Moreno nostálgicos de del cierre de exportaciones, de las cuotas, de la gran barata, del robo sistemático de cueros, la marginalidad, del doble estándar, etc. etc.
Javier Ignacio Azpiroz Costa
DNI 8.474.317
Productor ganadero de Corrientes
Ex presidente de la Sociedad Rural de Goya
Ex presidente de la Asociación de Sociedades Rurales de Corrientes
Ex integrante del Consejo y de la Mesa de CRA
Excelente artículo. Puras verdades históricas que nadie se anima a resolver para crecer, es mas cómodo y rentable el «retorno»por NO hacer, que el riesgo y los anónimos laureles de hacer las cosas con coraje y para el bien de todos, no? Pero las entidades están en otra y el IPCVA no existe… los ganaderos somos responsables.