Río Primero es una localidad argentina, en el Departamento Río Primero, ubicada al noreste de la provincia de Córdoba. Está a 50 km de la ciudad capital, sobre la Ruta Nacional 19. Fundada el 25 de septiembre de 1888, esta ciudad tuvo su origen de la mano de la llegada del ferrocarril. Actualmente viven aquí unos 10.000 habitantes. De tradición agrícola y con un presente que se fortalece en ese aspecto, la homenajean desde su Museo Rural, el cual crece desde hace veinte años a la vera de la estación de trenes.
Desde Región Atlántica hicimos una visita a la distancia para conocer la historia de este lugar y, sobre todo, acerca del Museo Rural que allí funciona. Varios amigos se reunieron para contarnos sus experiencias: la actual intendente, Arq. Cristina Cravero; el docente e integrante de la Asociación Amigos del Museo, Ricardo Arnaudo; el metalúrgico y amigo del Museo, Víctor Giraudo; el ingeniero agrónomo, Miguel Ángel Chialva, y el productor hortícola Ricardo Schavoni:
En cuanto a la vida del Museo, Ricardo Arnaudo refiere: «En el 2001, mediante una ordenanza se creó el Museo Rural, y se lo habilitó tiempo después con maquinarias donadas por los Amigos del Museo. Algunas de estas hubo que reconstituirlas, pintarlas y adecuarlas para la exposición. Por otra parte, hay otras maquinarias que hay que acondicionar mucho, como una corte y trilla de principios del siglo XX, que la hemos encontrado prácticamente completa en cuanto a su material metálico, pero destruida por el paso del tiempo en cuanto a la madera. Sería un anhelo muy grande para nosotros que alguien que conozca sobre el trabajo pueda reconstruirla» y añade «Este es un predio abierto, que tiene muchos elementos y distintas actividades relacionadas con el campo».

Víctor Giraudo forma parte de este grupo de Amigos del Museo, pero además habla desde su experiencia en el ámbito de la metalurgia, siendo el responsable de su empresa familiar por más de 50 años: «En el Museo hay un popurrí de máquinas, de herramientas de muchos años, muchas de ellas de tracción a sangre, y también algunos carruajes. Hay tractores de distintas marcas y piezas correspondientes a una antigua cooperativa tambera que teníamos acá. Tenemos una famosa «desnatadora», que separaba la crema de la leche, y lo demás iba a un depósito, así funcionaba la cremería antiguamente que nucleaba a unos veinte tamberos, era algo muy chico, pero con una producción bastante importante para la época».

El Ing. Agrónomo, Miguel Ángel Chialva, hace referencia a la importancia de formar parte de este grupo, acompañando a personas que han sido testigos de la evolución agrícola en nuestro país y, sobre todo, en esta zona. Además, pone énfasis al mencionar la diversidad de actividades productivas que tienen lugar en esta región: «Estamos en una zona con mucha divergencia en el desarrollo. En sus primeros tiempos fue una industria de desmonte, con producción de carbón, y se fue enlazando con la ganadería. Luego, también la actividad tambera, y por las cercanías a las grandes urbes, el desarrollo de la actividad hortícola. Dentro del Museo no tenemos solamente lo relacionado a la agricultura sino también a la producción de la zona y que fue de la mano de todo esto, como la fabricación de ladrillos, y con la vinculación geográfica a la vía férrea, que fue la que le dio impulso a la zona».

«El Museo está ubicado en el centro del pueblo y es bastante completo. tenemos varias secciones como la de maquinaria forrajera, tambera, y también bien representada la producción de ladrillos con un mini horno y todos sus elementos, como así también el primer generador eléctrico de la localidad, que perteneció a la Cooperativa», añade Chialva.
Por su parte, el productor hortícola y Amigo del Museo, Ricardo Schavoni, se refiere a la gran producción que hay en esta materia en la zona, la cual abastece a casi toda la provincia de Córdoba: «Se están generando unos 40 artículos actualmente… Es una actividad de mucho riesgo, porque si cae piedra arruina todo, es por eso que sembramos a treinta kilómetros uno de otro, de modo que si cae en un lado no afecte a otro». En cuanto a implementos de horticultores presentes en el Museo, indica: «Tenemos la plantadora de batatas, un aradito de mansera de 6 pulgadas que se usaba en la época en que la papa se sembraba a mano, la máquina de un surco del año 1930, la de tres surcos, la familia de las manseras, la primera arrancadora de papa, la otra que vino después con ventilador, y la otra a disco… fue mejorando de a poco». Es un placer escuchar cómo conoce de herramientas, de la evolución de las mismas, de sus usos y aplicaciones a cada producción, y hasta de las modificaciones que le ha hecho a muchas de ellas para adaptarlas a las necesidades de los productores.

La intendente, Cristina Cravero, destaca el compromiso que tienen con la cultura local: «Una manera de garantizar la permanencia radica en recordar las raíces de donde venimos, para que no se pierdan y que lo niños valoren lo que se está haciendo ahora, desde la producción local y desde la gente que dona su tiempo para el Museo. Ellos (los Amigos del Museo) encontraron en esta pasión por los fierros una forma de contar la historia de nuestra localidad. Para los chicos, entrar al Museo Rural es una emoción muy grande. Atrás de cada una de estas herramientas está la historia de una familia».

Para quienes quieran disfrutar del Museo se puede recorrer diariamente, donde una guía explicará todo lo que se puede observar allí.
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