Elsa Orlando es el alma del paraje, transitando cada día desde el almacén de ramos generales “El destino”, comercio que nació antes de que surgiera el paraje. Ese es su lugar en el mundo desde 1958 cuando después de casarse con Ramón Fuchila se establecieron en un pacto de amor y compañía, en íntima relación con la naturaleza. Según cuenta Elsa, su esposo ya tenía el almacén mientras que ella vivía en la zona junto a su familia y es por eso que luego del casamiento, ella se mudó: “Cuando me casé ellos tenían el boliche desde hacía unos seis o siete años ya. Antes había pertenecido a otros dueños, habían pasado tres o cuatro dueños. Entonces alquilaron ellos, mi esposo junto a su hermano estaban acá. Según dicen ya estaría cerca de los cien años el almacén, ya que habría sido fundado en 1921. Siempre fue “El destino”. Lo habían fundado Puente y Sibale”.
Mientras habla con nosotros, acompañan a Elsa algunos parroquianos que han asistido desde temprano a tomar una copa. “Vienen a desayunar”, dice ella con una risa pícara. El edificio del almacén se encuentra en buen estado, casi igual que hace un siglo: “Algunas modificaciones se han realizado, por ejemplo que antes tenía piso de tierra y se le ha colocado piso, o se ha cambiado alguna puerta, pero la estructura del boliche sigue siendo la misma”. Tiene paredes anchas y de barro. Aún se mantienen los largos y tradicionales mostradores de madera, la balanza antigua y vastos cajones de madera donde se acopiaba mercadería a granel aunque no han quedado rastros de antiguas botellas que se han convertido en una especie de amuletos de las antiguas almacenes. En “El destino” se encontraban alimentos, bebidas, productos de talabartería, repuestos de arados, sogas y muchas cosas más. Faroles a kerosene daban luz a este rincón en el medio del campo, iluminado por la electricidad desde la década del noventa.
Escuchá la entrevista:
Significativa en nuestro diccionario folklórico rioplatense, la palabra gualicho significa “práctica o encantamiento supersticioso que se realiza para causar daño a otra persona o atraer el amor de alguien”. Así se llama el paraje y su origen está en el arroyo homónimo que cruza la zona: “Dicen que en ese arroyo iban en otros tiempos los indios y que muchos de ellos morían ahí. Vaya a saber de qué se morían, se morirían de otra cosa pero los indios decían que era porque las aguas del arroyo estaban engualichadas”, cuenta Elsa. Como de modo caprichoso se podría asociar este nombre al amor que Elsa y su esposo profesaron en y por este lugar, adonde fueron atraídos como por la magia del destino, nombre que curiosamente llevó el almacén desde sus orígenes, y en donde vieron nacer a su hijo Rubén.
El Gualicho o Gualichu, sitio de nuestro viaje imaginario, es una zona ganadera por excelencia: “Es ganadera y es inundable también- agrega Elsa- cuando llueve mucho y se desborda el Canal 11 se complica. Así como viene el agua se va pero se inunda”.
Nuestra entrevistada ha sido testigo del paso del tiempo, de la historia que se escribió en El Gualicho y cómo no ser así, si aquellos boliches en el medio de los campos o al borde las extensas rutas eran una especie de confesionarios donde la vida de los pobladores se contaba en sus mesas. Eran tiempos de caminos de tierra y de sulkis, cuando los clientes compraban la mercadería cada quince días para no salir tan seguido.
Segunda parte en el aire:
Elsa se hizo a la medida del lugar y se forjó durante más de sesenta años detrás del mostrador. Hoy, con sus 85 años y su admirable claridad al hablar, sigue al frente de ese magnífico sitio que se ha convertido en un destino familiar para todos los que quieran visitarlo. “Vamos a lo de Elsa”, dicen los vecinos, y ella no sólo se encarga de su atención sino que se ocupa de ir manejando en su auto hasta Las Flores para hacer las compras necesarias. Su jovialidad sin límites la llevó además a ser una activa partícipe y bailarina en el evento de verano que se llevó a cabo en su almacén, organizado por el grupo “La peña de los parajes”.
Todos los días de la semana “El destino” abre sus puertas para seguir escribiendo su historia. Ni bien despunta el sol, Elsa se levanta y se predispone a recibir visitas: “A partir de las 8 ya está abierto y al rato ya empieza a llegar gente. A veces cierro al mediodía para descansar un poco pero si alguien llega a buscar algo, lo atiendo. Después abro a la tarde hasta que se va el último cliente, pero no hay horario fijo para eso”.
Dueña del tiempo y dueña del destino, Elsa Orlando es un ejemplo de trabajo y lucha constante en esta floreciente tierra bonaerense.-
AGRADECEMOS ESPECIALMENTE A ROCÍO JOANTEGUY, SOBRINA DE ELSA ORLANDO, POR EL CONTACTO, POR EL MATERIAL DOCUMENTAL DE SU AUTORÍA Y POR LAS IMÁGENES.
¿De cuando es la entrevista?
Nicolás, no lo recuerdo con exactitud pero hace aproximadamente dos años de esto…