«El terruño» es un emprendimiento comercial que se encuentra en Morse, localidad del partido de Junín, distante a 30 Km de la ciudad cabecera, sobre la Rta 46 que une Junín con Bragado. Es, hoy, una mezcla entre almacén y bar autóctono, pero sobre todo es el corazón que busca representar a todo Morse.
Acaba de cumplir su primer año en funciones, pero la historia de este edificio nace muchos años antes de la mano de Doña Sofía, la abuela de Verónica Resk, nuestra entrevistada y actual propietaria del local. Ella cuenta que su abuela nació en 1910, coincidentemente en el mismo año que se fundó el pueblo de Morse, aunque su alumbramiento se dio en las lejanas tierras de Siria, cerca de Damasco. En 1925, en plena guerra y con solo 15 años, viajó sola a nuestro país y se asentó en la zona de Junín, en donde ya vivían algunos hermanos y otros parientes. Verónica también narra que tiempo después su abuela conoció a su abuelo y que, ambos, trabajaron duramente en el comercio, probando mejor suerte en Junín o en Morse, iban y venían cuando les iba mal, y hasta debieron sufrir la inundación cuando estaban en el barrio bajo.
Literalmente, debieron empezar de nuevo una y otra vez. No obstante, la lucha no menguó y años después pudieron comprar terrenos más altos en una esquina de Morse donde definitivamente se instaló «Doña Sofía», un almacén típico de la década del `50: «Mi abuela fue un modelo muy inspirador para mí, porque en esa época, que una mujer llevara adelante un negocio y con su nombre, era todo un símbolo», dice Verónica con orgullo.
«Cuando ella muere, en el `76, se hace cargo mi papá, Eduardo «El Turco» . Él quería que el almacén fuese algo más, quería que trascendiera. Era muy tanguero y trataba de difundir, además, cultura», explica. El almacén estuvo abierto hasta el año `93.
La etapa de Verónica en ese comercio comienza a gestarse tiempo antes de la pandemia. Luego de la pérdida de sus padres y de atravesar algunas cuestiones familiares, el llamado del legado familiar se precipitó: «La idea fue combinar turismo rural con mis pasiones, el pueblo, y poner en valor todo lo que tenemos en cuanto a personajes, sabores, cultura…».

Su orgullo por Morse es indisimulable, no puede ni quiere despegarse de esta comunidad de casi 2000 habitantes que son su diaria compañía: «Acá todo el mundo vive prácticamente del campo, y ahora también del turismo», dice entre risas mientras comparte anécdotas de los muchos turistas que se acercan a conocerlos cada fin de semana: «Vienen en auto, motoqueros, en bici, y hasta caminando». Cuando llegan las visitas se encuentran con «El terruño» que les oficia de anfitrión. Una construcción amarilla, en una esquina, combinando ornamentación del pasado con un estilo modernoso y visualmente atractivo que le imprimió la mano de Verónica quien, además, es publicista.

En «El terruño» se pueden encontrar elementos de distintas décadas, un dibujo de Alejandro Dolina y hasta un afiche de la Fiesta Nacional del Cosechero que, en octubre, cumplirá 25 años. Además, la apuesta se redobla con la presentación de números artísticos que le dan vida al pueblo y son la campana que convoca a conocer Morse. Pero, sobre todo, se pueden encontrar nucleados todos los productos de artesanos y productores locales: «Somos la vidriera para la producción local». Verónica explica que, si bien Doña Sofía sigue siendo la musa inspiradora, se decidió cambiar el nombre por El terruño «Para que trascienda la historia familiar y para posicionar a Morse mucho más allá».