En la provincia de Entre Ríos, en el Departamento de Colón, hay una emblemática zona rural llamada Colonia El Carmen. Situada a unos 15 kilómetros de Villa Elisa y a unos 10 kilómetros del complejo termal, allí reina desde hace 113 años el ALMACÉN FRANCOU. Comandado por Olga Perroud y su esposo, esta posta añosa cobija a los visitantes y a la historia del lugar.

El almacén está a poco más de un kilómetro del asfalto de la Ruta Provincial Nº 23 lo que facilita el acceso para aquellos que quieren aventurarse. Para ir se puede acceder por dos vías: desde Villa Elisa dirigirse hasta el complejo termal, allí nace la ruta 23, circulará 10 km por ruta asfaltada y solo 1500 metros de ripio, o bien estando en Pueblo Hoker debe recorrer 8 km por camino enripiado.
UN POCO DE HISTORIA
Entre Ríos es una provincia muy diversa en cuanto a raíces inmigrantes y a partir de allí se ha escrito gran parte de su historia y su desarrollo. Olga Perroud explica que “la colonia ´madre` en esta zona es la Colonia San José, cuya fundación data de 1857 y que surge un poco de casualidad por un barco que iba con un contrato para Corrientes, y que Corrientes no lo quiso. Urquiza era en aquel entonces presidente de la Confederación y les empezaron a ofrecer a los inmigrantes tierras con la posibilidad de comprarlas, entonces se las vendieron (…) Así se formó la Colonia San José y después, como tuvieron muchos hijos, se fueron extendiendo las zonas rurales y fueron surgiendo nuevas colonias, entre ellas la Colonia El Carmen que es de 1897”. Parte del desarrollo posterior de esta zona fue posible gracias al ramal del Ferrocarril Urquiza que pasaba aproximadamente a un kilómetro de este lugar pero que cerró en el año 1980.

COLONIA EL CARMEN Y SU DESARROLLO
Zona avícola por excelencia, esta actividad permite que la zona esté poblada por pequeños productores que aún conforman la población. Pero además tienen lugar emprendimientos productivos relacionados con la apicultura, la ganadería y la producción de eucaliptus, trigo, soja, maíz. El buen régimen de lluvias anuales facilita este desarrollo y contrarresta aquellas características no tan propicias en cuanto a la tierra. En este contexto está el almacén, que constituye el lugar de encuentro, abastecimiento y sostén de la zona.
“También hubo un impulso para toda la zona hace unos 30 años cuando se abrió la escuela agrotécnica, en la que se elaboran muchos productos. Los chicos trabajan y estudian ahí, hay unos cien alumnos internos así que en época de clases normales ellos ´traen sangre nueva a la zona`. Además, ellos elaboran los productos y nosotros en el almacén vendemos algo de lo que ellos elaboran como salames, chorizos de campo, miel, dulces y yerbas saborizadas, agregando la parte de industria a lo que van elaborando y nosotros como punto de venta”, dice Perroud.
ALMACÉN FRANCOU Y SU HISTORIA
El almacén fue fundado 1907, a la vera del camino real: “Fue fundado por el abuelo de mi esposo que era descendiente de inmigrantes, quien se instaló allí y la construyó constituyendo el tradicional boliche de campo con despacho de bebidas”.
El edificio mantiene su estructura de origen sólo habiéndose revocado su fachada hace unos 30 años. Literalmente fue testigo de la historia lugareña por más de un centenar de años y supo soportar los avatares económicos, políticos y también personales: “El negocio lo atendía Antonio, que era el abuelo de mi marido, de la familia Francou. Él fallece en el año 1923 y continúa su viuda, quien queda en esa condición con cuatro hijos, poniéndose al frente del almacén hasta que los cría. En el año 1960 aproximadamente queda a cargo mi suegro y la familia siguió creciendo. El almacén fue el que siempre paró la olla. En la década del ´70 mi marido queda a cargo con sus hermanos de socios hasta que, en el 2004, queda como único propietario”– narra Olga- “Una vez nos pusimos a revolver, encontramos unos baúles con muchos papeles, fotos, mantillas… Un día que había poco trabajo encontramos en aquellos baúles la documentación entera del almacén, los contratos que avalan que nació el 1º de junio de 1907, los primeros registros contables que sorprenden por ser extremadamente prolijos, las ventas, las mercaderías y también los registros de cuentas corrientes. Antes era normal arreglar las cuentas una vez al año porque no había inflación, también el comerciante compraba de esa manera. La sorpresa fue que, al abrir los libros, descubrimos que el primer cliente en 1907 había sido mi abuelo y nos enteramos después de tantos años de casados”.
Los escenarios cambiantes hicieron que mucha gente emigrara pero el almacén supo resistir y esperar la vuelta de mejores oportunidades: “En el 2010 surgió la idea de mostrar el almacén y su historia al turismo. Las termas tuvieron que ver, yo veía que andaba mucha gente por la zona de Villa Elisa y de a poco empezamos con la propuesta aunque tampoco queríamos que nos cambiara tanto la vida. Entonces en los horarios de almacén ofrecemos picadas, desayunos, meriendas, con productos caseros típicos de la zona, o menús especiales en invierno”.
Olga cuenta que actualmente se trata de mantener el almacén como estaba: ordenado en secciones, con los cajones de mercadería a granel y los bancos originales. Están las botellas antiguas, la caja registradora, una cortadora de fiambre, planchas, teléfonos antiguos, billetes de diferentes épocas y hasta una vitrina con recuerdos familiares. También perdura la costumbre de sentarse a tomar y “armar unos lindos trucos con los suizos”. Los clientes son los propios vecinos, con quien se comparte un respeto mutuo y un espíritu de camaradería, como una gran familia.