En el Departamento de Diamante, Entre Ríos, se encuentra la Aldea Spatzenkutter, sitio clave de la inmigración de los alemanes del Volga. Su nombre, vocablo alemán que significa “jolgorio de gorriones”, delata esta huella de extranjeros que eligieron tierras argentinas para buscar un futuro.
El diseño urbano de esta localidad está formado por dos calles principales, paralelas, de 25 m de ancho que corren en sentido oeste-este que nacen a la vera de la Ruta Provincial RP 11 y que tiene una extensión de 1 Km cada una, estas a su vez están cruzadas perpendicularmente por 11 calles que forman las manzanas rectangulares de 96 m por 48 m. Éstas están divididas por cuatro solares. En la principal arteria, Avenida Alemanes del Volga, se pueden localizar la Escuela n.º 6 Antártida Argentina, el Centro de Salud Maipú, La Junta de Gobierno, Correo, Obras Sanitarias, Museo y Plaza. Cabe destacar que sobre la calle Campo María se encuentra la Iglesia Asunción de María.
En cuanto a su fundación, algunos registros narran que “Si bien el 21 de julio de 1878 se toma oficialmente como fecha de fundación de las aldeas al levantarse el campamento de la chacra 100 donde se había alojado a los inmigrantes, la localidad de Aldea Marienfeld (Campo María) actual Spatzenkutter fue fundada unos días antes según afirmaban y sostuvieron los antepasados habitantes del pueblo. El 18 de julio de ese mismo año. Lamentablemente no quedaron registros ni documentos oficiales que registraran el hecho al no realizarse ningún acto para tal fin. Los fundadores de Aldea Spatzenkutter que, junto a Valle María, Protestante, Salto y San Francisco conforman las aldeas madres, fueron albergados en unas instalaciones ubicadas a 5.000 metros más al norte del campamento administrado por el mayor retirado Samuel Navarro. Esto se debió a la falta de espacio en esas instalaciones. El albergue era sede del Juzgado de Paz de la zona en épocas anteriores a la llegada de los inmigrantes. Además, allí estaba establecida una escuela a la que concurrían los hijos de los criollos que habitaban la zona. A la que se conocía como Escuela de Barbato ya que ese era el nombre de su maestro.
A poco de hospedarse en ese sitio los integrantes del grupo de Marienfeld comenzaron a erigir sus viviendas en las cercanías aprovechando el bajo por el que discurría el arroyo Las Arañas en su naciente, donde actualmente se encuentra la planta urbana de la aldea. En la localidad el gobierno estableció los primeros depósitos desde donde se distribuyeron los primeros enseres e implementos de labranza a los inmigrantes.
Rápidamente y debido a la escasez de tierras disponibles un grupo de fundadores se dirigieron más al norte donde fueron fundando otros pueblos como María Luisa, Santa María y posteriormente San Rafael” (FUENTE PARALELO 22)
Fabián Deilos, nuestro entrevistado, es encargado de Cultura de esta localidad y encargado del Museo de Alemanes del Volga “Nuestras Raíces Alemanas”, lugar donde se exhiben desde herramientas hasta vestimenta, pasando por ladrillos y cuadros. Funciona en un edificio histórico, la antigua escuela de la Aldea. Pero además es docente rural y por si esto fuera poco, también es canillita. Como apasionado de los orígenes de la Aldea, sabe a la perfección aquellos datos que tienen que ver con la llegada de los alemanes a esta zona entrerriana y tiene un conocimiento acabado sobre la geografía y la historia de ésta y otras localidades de la región, formación que también aplica en su rol de enseñante. Como canillita, se encarga cada semana de hacer llegar, desde hace más de veinte años, las novedades de la localidad a cada uno de los vecinos.
Para conocer los orígenes de estos inmigrantes es importante hacer historia y descubrir los cambios que tuvieron lugar en Europa: “A nuestra colectividad se la llama descendiente de los alemanes del Volga. Nuestros ancestros partieron luego de las guerras medievales, salieron de lo que eran todavía los principados alemanes y de aquellas guerras que tuvo Europa, algunas de tipo religiosa. Invitados por Catalina La Grande emigran, dadas las circunstancias que se vivían, a la zona del Volga, a una región donde el gobierno ruso y la Emperatriz Catalina, que también era alemana, dispone para el asentamiento de esos emigrantes de Europa, porque no sólo fueron alemanes sino también de otros países europeos”– narra- “Era una zona más ubicada hacia el este, en la zona del río Volga y ahí se ubican a ambas márgenes, un grupo sobre la región montañosa y otro sobre la región llana. Van fundando aldeas, una de ellas tiene su capital en la provincia de Saratóv y se van desperdigando cada vez más hacia el sur. De alguna manera, la invitación de Catalina implicaba poblar esa zona para transformarla, habida cuenta de que era una zona difícil por el clima, pero con muchas capacidades productivas. También era zona de vándalos, de tribus seminómadas descendientes aún de Genghis Khan, y de alguna manera estos emigrantes terminan convirtiéndose en una frontera humana para frenar el avance de esas tribus belicosas hacia las ciudades rusas”.

Más de un siglo transcurrió y otros cambios sobrevinieron: “El gobierno, que había sido muy amable en tiempos de Catalina, comienza a obligarlos a profesar la religión rusa, a los varones hacer el servicio militar ruso y a perder muchos de los rasgos culturales. Esto abre la oportunidad de pensar en Sudamérica y en Argentina como el nuevo mundo donde “se puede hacer la América”, y así empieza a gestarse una inmigración en masa. Es muy triste cuando se narra la partida y cómo van dejando todo. Prácticamente, un 20 % de la población que vivía en esa zona decide emigrar a América”. Deilos cuenta que, de este grupo, gran parte emigró a Estados Unidos, a la zona de Dakota del Norte, otro gran grupo va a Brasil y el otro a Argentina.
En cuanto a las formas más bien “reservadas” de estas aldeas en cuanto a su relación con el resto de la población, Fabián Delois encuentra una explicación en que “Hasta hace cincuenta o sesenta años atrás era muy difícil entrar a las aldeas. Los primeros criollos que ven, si bien se mostraron muy amistosos, tenían rasgos característicos gauchescos, aún teníamos mucho gaucho con el facón a la cintura. Nosotros estábamos justo en la línea entre Paraná y Diamante, para esas épocas una zona muy ganadera, las aldeas estaban prácticamente en un camino que recorrían los troperos yendo hacia los mataderos de Paraná a llevar las reses y el inconsciente colectivo hacía que la gente se sintiera amenazada y reaccionara, hasta que gracias a Dios las comunicaciones y la educación contribuyeron a que no haya ya resabios de ese tipo. Actualmente hay una interculturalidad, hay otras familias como inmigrantes de países limítrofes y de otras provincias que vienen a esta zona que es muy productiva, donde el trabajo es el que impulsa esta región y hacen que tenga posibilidades para quien quiera venir”.

Aldea Spatzenkutter, que está justo a la mitad de la ruta entre Paraná y Diamante, cuenta actualmente con unos 600 habitantes. Las festividades, sobre todo aquellas vinculadas con lo religioso, tienen una profunda significación en la comunidad y forman parte de las tradiciones del pueblo: “La Pascua es muy importante, está muy arraigado esto de compartir la mesa dominical o la mesa de Pascua en familia, siempre teniendo como menú el lechón con papas al horno, que es la tradición y no se cambia, al igual que el budín tradicional alemán hecho con pan sobrante y en algunas ocasiones, con dulce de membrillo, y que se va comiendo acompañando el resto de los alimentos”.

Este mismo espíritu religioso se observa en la magnificencia de sus capillas, las cuales era construidas por arquitectos: “Todas las aldeas se destacan por haber destinado mucho esfuerzo económico, laboral y de tiempo a la construcción de sus capillas. Las familias no escatimaban esfuerzos para ir a practicar su fe religiosa”.

La Aldea cuanta prácticamente con todo lo necesario para el desarrollo de sus habitantes. No obstante, según concluye Deilos, aquellos servicios que no están disponibles en una aldea se pueden encontrar en las otras que están cercanas, confirmando así el espíritu de camaradería entre estas pintorescas aldeas entrerrianas con origen alemán.