Según su relato, seis alumnos asisten actualmente en el nivel primario, mientras que en el nivel inicial hay cuatro niños que concurren al Jardín de Infantes que funciona también en ese paraje. Además, otros nueve alumnos adultos concurren al Plan FINES para culminar su secundario. La oferta educativa para los niños contempla los estímulos de Inglés, Educación Física y Educación Artística, con la materia de Teatro.
En cuanto a la comunidad que forma parte del Paraje, el Director cuenta: “El entorno es bastante particular. Mencioné que actualmente tenemos seis alumnos pero hasta hace unos días teníamos nueve y el año pasado terminamos con diez porque debido a cuestiones de acomodamiento laboral una familia o dos se fueron y se llevaron tres o cuatro chicos. No obstante, nuestra escuela tiene siempre una buena matrícula teniendo en cuenta que en el Distrito hay instituciones con menos niños y que algunas han debido cerrar por falta de alumnos. Contamos con un buen número porque los propietarios de estancias de la región tienen esta política de contratar familias para trabajar y eso hace que la población del sector sea importante. La escuela está en una hectárea que fue cedida para su instalación dentro de la Estancia La Florentina, dentro del Paraje del mismo nombre. En este lugar están la escuela y un bar de campaña que está a unos dos kilómetros”.
Son casi 55 Km que este directivo, la docente del Jardín y un auxiliar hacen a diario para cumplir con la noble tarea de educar. Si bien la institución cuenta con una casa en muy buen estado, con electricidad por energía solar y calefacción para que puedan quedarse durante la semana, ellos toman la decisión de viajar por distintos motivos. Otras veces, Néstor decide quedarse para fortalecer los vínculos con la comunidad desde un lugar más presente. Algunas decisiones se toman en el día a día.
En cuanto a la vocación de ser docente, Ballesteros explica que la descubrió tempranamente pero que los prejuicios que a veces imperan en la sociedad, los venció tardíamente. Así fue como se recibió de maestro casi a los treinta años: “Desde muy joven participé con chicos en grupos parroquiales o del club, organizando campamentos y demás, y creía que mi carrera iba a ser la Educación Física. Después, por distintas razones no pude seguir con este estudio, seguí con otro y me fue mal, y luego vinieron el servicio militar y sus trastornos en el medio, en el año 1986 aproximadamente. Posteriormente me fui a estudiar Ingeniería pero me di cuenta que no era lo que quería para mi vida y a los pocos años comencé a mirar con buenos ojos la posibilidad de estudiar, que se confirmó cuando abrieron un Instituto de Formación Profesional y Docente en Laprida. Hice mi carrera aquí trabajando, y la terminé siendo ya padre de dos hijas”.
Actualmente, Néstor Ballesteros también trabaja como docente en una escuela suburbana y da clases de carpintería artesanal y tareas afines en un centro de formación profesional: “La artesanía es mi otra fuente de ingresos porque me dedico a tallar la madera y otras cosas”, dice.
Néstor ha trabajado en distintos establecimientos tanto urbanos como rurales y opina que “muchos creen que uno elige el trabajo en el campo porque es menos esfuerzo que estar con un grupo mayor en el sector urbano. Entonces, cuando uno les empieza a explicar que se trabaja al mismo tiempo con cuatro, cinco o seis grados, entienden. No sé si es mayor o menor trabajo que estar con un grupo de treinta chicos del mismo año pero sí aseguro que es diferente, porque cuando mis compañeros rurales y yo escuchamos hablar de inclusión o de diversidad sabemos que nosotros convivimos con eso permanentemente en un plurigrado”.
Para culminar la entrevista, Néstor reconoce a sus colegas por el inmenso trabajo que realizan, remarcando: “Estamos dando la pelea por nuestros jóvenes”.