Cuando uno “googlea” el nombre de la Estación Emma o Paraje Emma aparecen varias referencias sobre su historia y unas pocas imágenes que intentan contar el presente y el pasado de este lugar, situado en el Cuartel VII del Partido de General Alvear. Bucear en sus orígenes es toda una curiosidad, y mucho más si se comprueba que en las distintas conjugaciones del tiempo han permanecido los mismos nombres. Víctor Federico Erdmann Del Carril habita actualmente en una bella construcción en lo que supo ser la sede de la Estación Emma. En esta zona estuvieron su padre y sus tíos, y mucho antes, sus abuelos.
Cuenta la historia que el nombre de la estación Emma recuerda a Emma del Carril de Erdmann, nieta de Tiburcia Domínguez y Salvador María del Carril, poderoso hacendado de la provincia y con una vida política muy intensa (llegó a vicepresidente de la Nación Argentina, secundando a Urquiza). La estación está dentro de una de sus propiedades: la Estancia “San Justo”.
Don Víctor, en diálogo con Región Atlántica, cuenta parte de esta historia: “Nací a 8 Km de acá, en la Estancia San Justo, que era de mi padre y mis tíos. Mi abuela se llamaba Emma. Cuando los ingleses empezaron hacer el ferrocarril hubo una muy buena relación con ellos, mi padre hablaba perfecto el inglés así que se entendía, él les vendía ovejas y vacas para el consumo… Hubo una muy buena relación, la estancia tenía unas 14 mil hectáreas y la vía la dividía, y los ingleses, por ejemplo, le preguntaban dónde convenía poner el paso a nivel a gusto de ellos. Cuando llegó la hora de ponerle nombre a la estación, los ingleses por tradición le ponían los nombres de los propietarios y a la Estación le pusieron el nombre de mi abuela Emma”.

Algunos registros señalan que Emma Del Carril se había casado con Federico Erdmann (abuelos de Víctor), en 1894. El matrimonio Erdmann Del Carril tuvo 6 hijos. Cuatro de ellos, Tita, Marta, Jorge y Adolfo forman la Sociedad SRL Erdmann Del Carril a partir de 1941 hasta 1970, encargándose de la administración de “La Porteña” de Lobos y “San Justo” de General Alvear. En la década del 40, Estación Emma era casi pueblito con 508 habitantes, sin hospedajes ni coches, pero con destacamento policial, telégrafo y estafeta en la estación.
En cuanto a la relación que sus antepasados tuvieron con los ingleses, Víctor explica: “Los propietarios de los campos no siempre estaban de acuerdo con el paso del tren por sus propiedades, opinaban que de alguna manera se les rompía su intimidad, y hasta se hacían juicios de expropiación a cargo del Estado que tardaban muchísimo. En el caso de mi familia fue todo lo contrario, de movida se entendió que el ferrocarril era un beneficio para el dueño del campo”.
De aquellos seis hijos que nacieran de la unión de Emma y Federico, Don Adolfo Erdmann Del Carril es quizás el más recordado de la familia en General Alvear. Él, a su vez, se casó con su media prima María José Del Carril, con quien tuvo 7 hijos: Emma, María Elisa, Víctor Federico conocido como “Torico” (a quien entrevistamos), Marta Elena, Guillermo Adolfo, y los gemelos Ana Inés y José María: “Mi papá fue el único que tuvo hijos”, dice Torico rememorando la historia familiar.
En cuanto a la inauguración de la Estación “algunos dicen que fue en 1904, porque primero se construían los galpones para meter las maquinarias, cuando se inauguró la vía no venían trenes de pasajeros, eso fue posterior. Desde que empezó a transitarse la vía hasta que se hicieran todas las partes edilicias pasaron tres o cuatro años, por eso otros hablan de 1906, con la inauguración del servicio de pasajeros”, explica.
Durante años Estación Emma fue un faro de progreso, de conexión, de encuentro entre los más de 500 habitantes que supo tener y entre tantos otros que iban de paso. Pero, historia tristemente repetida, las cosas empezaron a cambiar. Con respecto al cierre del ramal, Víctor señala: “Ramal que para, ramal que cierra. Fue una ridiculez, todo se vino abajo totalmente porque todo esto era una colonia pujante, había un almacén muy concurrido, se había fundado la escuelita que aún hoy tiene casi treinta alumnos… pero cuando paró el ferrocarril todo se vino abajo”.
Para citar un ejemplo, basta con decir que fueron muchos los años de esplendor que tuvo el almacén, a cargo de Celedonio Madinabeitia, y que luego pasó hacia otras manos. Quien allí llegaba podía abastecerse de todo lo necesario: “En su momento tenía hasta surtidor de querosene y surtidor de nafta, cancha de bochas y de paleta, carnicería, panadería (…) siempre había galleta fresca”. La comunicación también se daba aquí a través del uso del telégrafo y se compraban distintos elementos de campo tal como hoy se compran productos por folleto, siendo el tren el responsable de traer los pedidos que llegaban a las pocas horas de haber sido encargados: “se telegrafiaba el pedido y al otro día ya llegaba en el tren”. Actualmente, del almacén sólo queda el recuerdo de lo que fue y significó para esta zona de General Alvear.
La Escuela Primaria N ° 10 “Paula Albarracín de Sarmiento”, por su parte, sigue en pie. Está bien cuidada y mantenida gracias al trabajo y al esfuerzo de quienes trabajan allí y de las familias que viven en la zona. En este contexto se educa diariamente a casi tres decenas de alumnos.
El casco de la Estancia San Justo, donde de alguna manera inició esta historia, aún se encuentra en pie y a unos 7 Km de la Estación. Supo ser una magnífica construcción, como un castillo, pero según nos cuenta Víctor tiene ésta una notable falta de mantenimiento. Ya no es de propiedad familiar, pero él se permite opinar que un lugar tan grande como ese requiere de demasiada inversión para ser recuperado.
Lo que sí continúa en la familia es la estación del ferrocarril, pero eso no se dio por arte de magia. Víctor vive allí, en una preciosa casa reciclada, pero para que la propiedad regresara a la familia hubo que volver a adquirirla: “A la casa del ferrocarril la restauré cuando me vine a vivir acá. Las construcciones de los ingleses, como en toda estación, son para quitarse el sombrero. No obstante, estuve un año y medio refaccionándola, tomó su tiempo, pero se terminó de construir. Hace doce años de esto”, narra.

Para entender el escenario actual, es menester retomar lo que ocurrió a partir del levantamiento del ramal ferroviario: “Levantaron los rieles después de cuatro o cinco años que se cerró, se hizo una licitación y se vendieron los rieles, quedó por supuesto el abovedado por donde transitaba el tren. El terraplén está, pero sin rieles, y desde donde termina el predio de la estación hasta llegar a las otras estaciones la Municipalidad aprovechó para hacer un camino vecinal, el cual es mantenido regularmente”.
Para quienes desean llegar a Estación Emma, es importante saber que los caminos de acceso están en buen estado para recorrerlos y que, para hacer caso a la voz experta: “Conviene llegar desde Tapalqué, transitando 22 Km de camino de tierra, pero que está en muy buen estado”. Llegar desde General Alvear es otra posibilidad. Víctor junto a su hijo José Ignacio están instrumentando un proyecto turístico para valorizar y posicionar a Estación Emma como punto estratégico de turismo rural o ecoturismo. Esta opción, cada vez más explorada, permite a la gente conocer lugares distantes y tomar contacto con la naturaleza, explorando los rastros de la historia pasada y disfrutando de servicios que no todos los sitios pueden ofrecer: paz, tranquilidad, aire puro y un bonus de silencio.