En el noroeste de la provincia de Buenos Aires, partido de Junín, se encuentra Fortín Tiburcio. Su nombre se debe a la presencia de este tipo de edificaciones en la zona, en tiempos en los que los territorios tenían presencia indígena y era necesario contar con vigilancia para avistar los potenciales malones. Otras voces populares mencionan la posible existencia de un cacique que llevaría el nombre de Tiburcio y los investigadores de la historia lugareña indican que tal vez esta denominación podría corresponder al nombre de algún vigía del fortín establecido, aunque ninguna de estas versiones se ha podido comprobar.
Fundada el 10 de agosto de 1911, la localidad está situada a 39 Km de Junín y a 42 de Teodelina, provincia de Santa Fe. La conexión se da a través de la Ruta 65 que se encuentra en buen estado de conservación y permite la circulación de vehículos particulares, micros y tránsito pesado que trabaja en esta nutrida zona agrícola.
La historia de Fortín Tiburcio podría empezar a contarse desde 1902 con la inauguración de la estación del ferrocarril que se dio simultáneamente con la estación de Santa Agustina, su vecina más próxima. Consta en documentos que para ese entonces ya había un caserío establecido que sentaba las bases de lo que luego se convertiría en pueblo, hecho que sucedió oficialmente en 1911 con el debido registro en el Instituto Geográfico Militar.
Mediante una entrevista para Región Atlántica, una de las personas que nos ayudó a conocer la historia de este lugar fue Judith Caldiroli, quien pese a no ser nativa lo adoptó desde hace muchos años, cuando los devenires de la vida la llevaron a dejar la Capital junto a sus hijos para hallar un rumbo nuevo.
El destino quiso que encontrara mucho más en esta pequeña localidad que cuenta casi con 500 habitantes. Echó raíces y se propuso llevar adelante el centro cultural y biblioteca popular “Islas Malvinas” que tiene la particularidad de funcionar en una antigua cancha de bochas. Allí, unos 1438 ejemplares celosamente cuidados se emplazan en un ámbito poco convencional, dado que los pisos del recinto son de tierra. La mayoría de los libros corresponden a literatura variada, sobre todo destinada a la lectura para adultos mayores.
“Originariamente este edificio era el depósito del almacén de ramos generales “Casa Alzari”. Años después se vendió esta propiedad y la compró el Sr. Ermindo “Pino” Lamenza, quien la transformó en una cancha de bochas que funcionó hasta el año 1997 aproximadamente. Posteriormente este sitio quedó cerrado y como la biblioteca necesitaba un lugar para funcionar le pedí a Pino que me lo prestara ya que, como sucede con muchas bibliotecas, no hay presupuesto o es muy pequeño. La biblioteca está en Tiburcio desde el 2005 y acá, en la cancha de bochas, desde el 2011” – cuenta Judith – “Al principio, en el 2005, abrió en la estación del ferrocarril que se encontraba abandonada como tantas otras. Le propuse al entonces delegado restaurar el lugar y hacer una puesta en valor, y dada las dimensiones nos permitía llevara a cabo muchas acciones sociales y culturales tales como computación, danza, taller de costura, alfabetización. Pero luego nos tuvimos que ir y llegamos a la cancha de bochas, aquí no hay tanto espacio pero seguimos haciendo actividades como la proyección de cine para adultos mayores, un proyecto de la biblioteca que se realiza en el salón del Centro de Jubilados de Fortín Tiburcio”.

Otra de las personas que nos guio en este viaje imaginario fue el delegado Darío De Francesco, quien es oriundo de esta localidad y que nos contó acerca del presente de Fortín Tiburcio: “Hoy viven casi unos 500 habitantes aquí. En cuanto a servicios, tenemos agua corriente en un 85 % del pueblo y luz eléctrica que provee una cooperativa, todavía nos falta gas natural y cloacas. El acceso al pueblo es de asfalto, se encuentra en buen estado y eso facilita el tránsito. Tenemos todos los servicios educativos: Jardín de Infantes Santa Teresita, Escuela Primaria Nº 25 y la Escuela Secundaria Nº 14, que funciona desde hace unos diez años”.
La delegación municipal, la unidad sanitaria, un puesto de vigilancia, una capilla que tiene un edificio de 50 años, un club, el centro de jubilados y la Sociedad Italiana completan la lista de instituciones más importantes en el presente. Esta última tiene 94 años de vida y mantiene, entre otras actividades de su sede social, un encuentro mensual con cena y baile que reúne a lugareños y visitantes.

La estación de trenes, base fundacional del pueblo, actualmente está conservada. Está habitada por empleados del ferrocarril que trabajan también ahí, mientras que el tren carguero aún sigue pasando en esta zona productiva.
Impulsado por el auge del turismo rural, pueblos como Fortín Tiburcio son visitados asiduamente por personas que buscan conocer el interior, adentrarse en lugares tranquilos y por qué no, quedarse a vivir. De Francesco aprueba esta afirmación al contar que “nos visitan y han comprado propiedades, con decir que no tenemos ni un solo lugar para alquilar. No hay viviendas para quienes quieren quedarse, aunque sí hay terrenos disponibles. La tranquilidad es lo que la gente busca y es lo que hay que cuidar”.