En este paisaje, en una mítica esquina se encuentra actualmente el edificio del almacén y parador Vulcano, comercio con tanta trayectoria que ya funcionaba cuando el pueblo se fundó, en 1913. Su historia se remonta a un tiempo y a un hombre: Juan Gardey.
Gardey era un gran emprendedor y brillante comerciante de origen francés, que ya había puesto un almacén de ramos generales en una esquina del Fuerte de Tandil. Supo “leer” el espacio y con ese instinto de comerciante construyó, a comienzos del 1890, la esquina donde hoy está Vulcano.
En el mes de abril hicimos una entrevista telefónica con Lucas Macusso, quien estaba a cargo del parador y que nos brindó algunos datos más: “está situado en una esquina emblemática, en el acceso de la Ruta 226 y la Avenida Independencia, que desemboca en la plaza principal del pueblo”. Al frente, la antigua estación de tren, es una vecina-testigo de la historia fundacional de la localidad.
Poco a poco la visión de Gardey fue haciéndose realidad y la población fue creciendo, teniendo como principal proveedora a este almacén, donde se podía encontrar todo lo necesario en sus estanterías y donde los hombres podían compartir una copa, en el sector del bar. El tren fue el bullicioso compañero de este progreso, trayendo inmigrantes, uniendo pueblos y trasportando mercaderías: “Actualmente sólo transitan trenes de carga, dos o tres veces por semana. El tren turístico que pasaba hace unos años dio inicio a este parador y almacén Vulcano ya que, durante ese tiempo, le brindábamos desayuno a la gente que salía de Tandil para detenerse en Gardey y luego seguir hasta María Ignacia (Vela)”, contó Macusso.
Pero volvamos a la historia del almacén. Juan Gardey lo mandó a construir en el año 1813, hace más de 200 años, con el nombre original de Las Horquetas aunque la gente siempre lo conoció como “el almacén de Gardey”: “Justamente se llama así porque nosotros tenemos dos arroyos que pasan alrededor de Gardey y el pueblo está como en el medio, el paraje llegó a llamarse Las Horquetas hasta que en 1913 decidieron llamarlo Gardey”, dijo el entrevistado.
Con los años llegaron otros propietarios. Según datos históricos, desde el año 1922 la familia Vulcano se hizo cargo hasta 1973, y de allí proviene el nombre actual. El tiempo ha cambiado muchas cosas mientras que otras persisten, como sus estanterías, sus espacios, sus pisos de pinotea y la historia que se escribe en sus muros. Su gran superficie y su excelente estado de conservación lo confirman como “el alma del pueblo”:
“Este lugar, en donde hoy tenemos el parador, llegó a ser uno de los almacenes de ramos generales más importantes de la zona junto con De la Canal, La Pastora, que eran pueblos que tenían los grandes almacenes. Las construcciones son muy similares, lugares muy amplios y altos, donde casi todo está hecho en madera de pino de hace doscientos años atrás, que era de lo mejor, y creo que esto nos permite poder disfrutar de este tipo de edificaciones que tal vez no hubiesen aguantado si se hubiesen hecho de otro material. Conservamos todo, en la medida de lo posible: tenemos aún las grandes estanterías que había antiguamente y el piso de pinotea que, aunque tuvimos que cambiar algunas maderas, se conserva de manera original. El almacén cuenta con dos salones, uno principal que es utilizado para despachar la comida y que era el almacén de ramos generales de ese momento, y la parte de lo que era el bar que se mantiene exactamente igual: paredes, techo, aberturas y conexiones. Se contabilizan unas diez puertas en este lugar y todas dan hacia el salón principal y al salón del bar, cuyo espacio estaba exclusivamente reservado para hombres mayores de 21 años, muy secreto y oscuro, con un solo ventanal. Se mantiene también el patio y la tradicional parra, conocida por ser muy grande, y que hoy se mantiene gracias al grupo del Museo de Malvinas Tandil que funciona en la parte de la casa de familia”, narró Macusso.
Gardey hoy sigue escribiendo su historia pero se enorgullece de las bases que lo crearon: “Creo que este ha llegado a ser un gran pueblo gracias al almacén. De alguna manera le dio importancia ya que en momentos donde no había tanto transporte entre Gardey y Tandil, la gente pudo quedarse y hacer su vida normal aquí. Desde ya que también influyó el hecho de estar muy cerca de Tandil, ya que estamos a quince minutos. Actualmente el camino de acceso está muy lindo. Después de la llegada del tren turístico, además, se tendió el gas por red así que contamos actualmente con todos los servicios”, concluyó.
La historia se sigue escribiendo y hoy cuenta otro capítulo. Nos pusimos en comunicación con Lucas Macusso para contarle que íbamos a compartir esta entrevista en la página web y nos encontramos con la triste noticia del cierre del parador- almacén Vulcano.
Esperamos que sólo sea una pausa, que el cierre sea momentáneo, que el hilo conductor de esta bicentenaria historia siga siendo el trabajo y la resistencia para que lugares tan mágicos como éste no se duerman en el olvido.