La música es un lenguaje universal, tiende puentes imaginarios, une corazones y destinos. Con su magia traspasa las fronteras y es capaz de emocionar en su conjunción de notas. Para nosotros, los argentinos, como para gran parte del mundo, la música podría volverse nombres y personificarse con sólo cerrar los ojos y evocar a nuestros sentidos. Seguramente, en esa evocación, estarían Astor Piazzolla y Jairo. Ambos de un magnífico talento, finos compositores y, afortunadamente para ellos y para nosotros, protagonistas de una gran amistad.
A cien años del nacimiento de Astor era imposible pensar en un homenaje sin la presencia de Jairo, con quien compartió tantos momentos a lo largo de diez años de conocerse. Desde Región Atlántica (AM 760) tuvimos la oportunidad de entrevistarlo para hablar de los recuerdos que lo unen a Piazzolla y de cómo vive este reconocimiento a quien considera “una de las personalidades argentinas más universales, a partir de una obra maravillosa y de un estilo musical único”.
¿Qué relación te unió con Astor?
Tuvimos muy buena relación durante diez años, nos conocimos en el año 1979 y a partir de ahí nos frecuentamos hasta el final. Es cierto que en esto colaboró el hecho de vivir en la misma ciudad, ambos lejos de Argentina, para que la amistad se fortaleciera, para que se forjara. También trabajamos e hicimos cosas juntos, él compuso para mí una serie de canciones, se unió con Ferrer después de muchos años de no componer juntos para hacerlo para mí. Compusimos una docena de canciones, una de ellas la Milonga del Trovador, que tiene la particularidad de que es una canción que habla de mí, escrita en primera persona.
¿Esa fue una relación con un Astor caminado, que ya había recorrido el mundo?
Es la etapa más prolífica y la más importante en cuanto a repercusión mundial. Un día vino a comer a casa y estaba mi hijo Yaco, que quería ser músico, y Astor estaba sirviendo la comida que él había cocinado y le dijo: “¿Así que vos querés ser músico? Preparate y tené mucha paciencia porque es algo muy duro, muy difícil”. Se puso como ejemplo y fue como una confesión de que, hasta los 60 años, no había tenido oportunidad de vivir plenamente lo que había hecho o lo que estaba haciendo porque podía ir a hoteles convenientes donde podía tener un piano y ese tipo de cosas. Hasta el momento no había podido hacerlo por cosas sabidas, como que en Argentina encontraba resistencias que eran totalmente injustificadas, son las resistencias que encuentran los tipos que son innovadores, creadores que rompen con los esquemas y que traen cosas nuevas y las hacen avanzar. Pero el tiempo pone las cosas en su sitio y evidentemente, la celebridad de Piazzolla en todo el mundo y su música hoy hacen justicia con él, con su talento y su gran capacidad de trabajo.
Astor ha sido áspero en algunas entrevistas porque era muy frontal e incomodaba a más de uno, pero era transparente… Él decía “hay gente en Argentina, sobre todos los artistas, a los que les gustaba poco trabajar, y yo tengo que trabajar mucho para esto”. Por otra parte Pipi Piazzolla, su nieto, nos contaba por ejemplo que practica diez horas por día desde hace 25 años, lo que demuestra que eran trabajadores del arte…
Astor tocó en el Teatro Colón en el `83 con la vuelta a la democracia y la celebración oficial fue allí, esa noche fue el concierto para Bandoneón y Orquesta de Piazzolla, tocó solo con la Orquesta Sinfónica de Argentina en Buenos Aires, y le dejó una grabación de eso a Pipi que en verdad fue una dedicatoria y le dijo. “te dejo este trabajo para que conozcas el día que tu abuelo triunfó”. Estábamos en el año`83 y él consideraba que en ese momento había ganado la batalla. Lo habían elegido para tocar en un momento histórico tan importante para Argentina y se había valorado la enorme significación artística que tenía Astor. Vos decías que era un tipo muy frontal y era cierto, he tenido la oportunidad de conocer a tres artistas muy frontales como Atahualpa Yupanqui, Borges y Astor Piazzolla, que decían las cosas tal y como lo pensaban, podías estar de acuerdo o no con las formas, pero realmente me gustaría conocer más gente como ellos.
Y no buscaban ser políticamente correctos…
No, y aparte tenían una capacidad de laburo fenomenal. Lo de Astor era increíble. Cuando le dio ese tremendo infarto en París, que fue cuando empezó todo, yo había estado hacía dos días con él y me contaba los proyectos que tenía, quería hacer arreglos nuevos para todo su repertorio para viajar solo y para tocar con la Orquesta Sinfónica por todo el mundo, había terminado el libreto de una ópera sobre Gardel que se iba a llamar “Gardel, ópera en tres actos” y que se la había encargado Plácido Domingo, y era un tipo que tenía mucho por hacer. Uno lo mira a Astor desde esa perspectiva hoy, desde una perspectiva distinta, porque la muerte cambia en la mentalidad de la gente y elimina prejuicios que se tienen sobre las personas, el reconocimiento es unánime ahora, pero me hubiese gustado que él lo hubiera podido disfrutar. Borges tenía un poema que es tremendo que es “¿Adónde se habrán ido?” y que en una parte dice “No se aflija. En la memoria de los tiempos venideros. También nosotros seremos los tauras y los primeros. El ruin será generoso y el flojo será valiente: No hay cosa como la muerte para mejorar la gente”.
Hay una anécdota de un encuentro entre ustedes en los momentos finales de Astor, donde dibuja los compases y vos cantás la Milonga del Trovador…
Es un recuerdo imborrable para mí, con un sabor agridulce porque él no estaba en buenas condiciones, estaba en una clínica de rehabilitación y no recibía a mucha gente porque, además, según me decía su mujer, no reconocía a todo el mundo después de lo que fue su infarto. Era como un niño, era como una especie de vuelta a la infancia, porque en un punto dado cuando me miró y me habló, se acariciaba con mi mano su cara, y comenzó a tocar los compases de una milonga y yo le canté “Milonga del trovador”, se acercó a mi oído y me susurró palabras en inglés, evidentemente lo retrotraía a su infancia en Nueva York. Tengo un recuerdo invalorable de él, fue un privilegio conocer a Astor, forma parte de las grandes cosas que me pasaron en mi vida. Siempre me pareció un genio, lo que le jugaba en contra era innovar, el hecho de querer cambiar las cosas y muchos no estaban de acuerdo con eso.
En tu homenaje aparece “Jairo canta Piazzolla”, y ese es un gusto personal más allá de la obra artística…
Grabar con él o verlo en acción era toda una experiencia, en Francia gozaba del respeto de los músicos locales y verlo dirigir las orquestas en los estudios de grabación era maravilloso. También cantar con él en su casa o en la casa del pintor Antonio Seguí forman parte de experiencias únicas que guardaré siempre. Cuando él venía a mi casa siempre traía un regalo, que siempre era una partitura, y me decía: «es una canción y es para vos», entonces yo le pedía que me la tocara para ver cómo era la melodía y casi siempre eran canciones muy exigentes, entonces yo le preguntaba cómo iba a cantar eso, con notas altísimas, y él me respondía: “sos cantante, tenés que cantar”.
Y también tenía ese espíritu bromista, era áspero hasta con sus bromas, ¿no?
Sí, le encantaba contar chistes y hacer bromas pesadas. Hay una historia que cuenta que iba con los músicos por una esquina céntrica de Nueva York, él hablaba perfectamente inglés, y entonces había dos mendigos ciegos peleándose por el lugar. Mucha gente miraba, pero nadie hacía nada y se estaban por agarrar para pelearse, entonces Piazzolla gritó: “¡Con el cuchillo no! ¡Con el cuchillo no!”, y ambos ciegos se quedaron estáticos.

Y en cuanto a lo personal, Jairo, de cuántas actuaciones nos ha privado este tiempo de pandemia. Imaginamos que de a poco se piensa cada vez más en volver…
Fue una casualidad que mi último show haya sido el 2020 hay sido el 15 de febrero en el Teatro Colón, con el inicio de una gira que luego quedó suspendida por la pandemia, y que mi regreso sea de nuevo en el Teatro Colón para homenajear a Piazzolla en su centenario, es como un guiño muy bonito del destino.
¿Y cómo sigue el año en lo personal?
Otra coincidencia es que justamente a las cero horas del 12 de marzo se da a conocer el primer corte de mi disco de 50 aniversario, son dos volúmenes con diez canciones cada uno. Se tratan de discos con artistas invitados y en este primer corte, que es “Milonga del trovador”, tiene producción de Lito Vitale y está interpretada por la banda cordobesa Eruca Sativa, Abel Pintos y yo.