Hoy 11 de marzo se cumplen cien años del nacimiento del fenomenal músico, bandoneonista y compositor Astor Pantaleón Piazzolla. Reconocido y ovacionado a nivel mundial, dueño de una personalidad transgresora y una creatividad avasallante, se le adjudican más de dos mil quinientas composiciones en su prolífica obra. Astor era música, creación, disciplina y pasión, era sus raptos de humor y bromas pesadas y también su fineza al componer, era un viajero incansable por los territorios tangibles y por aquellos donde sólo se es capaz de llegar mediante los sentidos.
Con motivo de este día tan especial dialogamos desde Región Atlántica con Daniel “Pipi” Piazzolla, integrante del reconocido grupo Escalandrum y nieto de Astor, promoviendo este merecido homenaje a su abuelo, que tendrá sus manifestaciones en todo el país y en distintas partes del mundo.

Luego de este período de pandemia, que nos ha privado de tantas cosas, qué importante es poder llevar a cabo este homenaje, ¿no?
Sí, estamos muy contentos de que se hayan podido llevar adelante estos conciertos. El Teatro Colón, por ejemplo, reabre sus puertas para homenajear a mi abuelo luego de un año de estar cerrado y es una alegría enorme que justo se pueda abrir con este homenaje y con casi quince días consecutivos de conciertos, con grupos tocando música de Piazzolla, que es algo inédito en la historia del Teatro Colón. Hay conciertos en todo el planeta y en forma presencial.
Y en las grandes capitales del mundo, en Berlín, en Madrid, y en tantos lugares donde Astor deslumbró…
Sí, justamente estuve tocando por toda España, llegué la semana pasada y todos los teatros estaban llenos, la gente increíble, las reacciones y las entrevistas que salían en los diarios. Piazzolla es como un Dios allá, al nivel de Mozart y Beethoven, y es una felicidad enorme porque se lo merece, porque la peleó y ganó. Ahora está recogiendo los frutos porque ya nadie lo discute.
Se hablaba de la discusión sobre el tango, pero la música Piazzolla es esa, no hay otro sello…
Es Piazzolla, obviamente con la raíz tanguera. Es el tango de hoy, con sus influencias del jazz, de haber vivido en Nueva York, de querer ser un músico clásico también. Todo eso se mezcló y creó esta música contemporánea que representa a todos los argentinos.
En definitiva, como escala superior al tango, lo de Piazzolla es una siembra a largo plazo y es una música para los tiempos eternos…
Tal cual, conocemos sólo el 15% de su obra y él escribió más de dos mil quinientas, por lo que hay mucho por descubrir.
Y de los tiempos de tango de la Guardia Vieja también hay cosas magníficas que rescatar, como de las grandes figuras que también acompañó…
Exactamente, la raíz nunca muere y es clave. Para hacer un tango o un jazz nuevo debes conocer el origen para hacerlo con autoridad, sino es un híbrido. Todos los músicos, cuando empezamos, recurrimos a las raíces para aprender y después poder romper.
¿Qué es lo que están presentando con Escalandrum?
“Cien” es un disco que se estrena el 11 de marzo, el día del cumpleaños de mi abuelo, la mitad fue grabado en los estudios Abbey Road de Londres en el año 2018. Eso lo hicimos cuando fuimos a grabar Studio 2, el anteúltimo disco de Escalandrum de música propia. Habíamos sacado dos días de estudio y en el primero de ellos ya habíamos terminado, así que aprovechamos el segundo día para hacer todos los temas de mi abuelo que no teníamos grabados. La segunda parte de “Cien” la realizamos en Estudios Ion, que incluye la «Suite Troileana», una versión de «Adiós Nonino» y hay una introducción de mi abuelo que es totalmente inédita y que nos dimos el lujo de acompañarla con Escalandrum, así que nos dimos el gusto de tocar con mi abuelo también. El disco tiene características muy lindas como haber sido grabado en Abbey Road y en Ion, que vendría a ser “nuestro Abbey Road” y era donde grababa Piazzolla. Este disco sale en formato vinilo y es lanzado en todas las plataformas del mundo, Warner empapelará toda la ciudad al menos aquí en La Capital y estamos muy contentos con lo que se viene.
Y en el Colón se hacen conciertos, al menos del 5 al 20 de marzo, y transmisiones especiales con presencia de todos aquellos que estuvieron relacionados directamente con la historia de Astor, como ustedes con Escalandrum y el Quinteto Piazzolla…
Tendremos entre las filas de invitados a Raúl Lavié, que tocó con mi abuelo en Japón, a Jairo que era un gran amigo de mi abuelo, a Gustavo Bergalli que se mandaba cartas con mi abuelo cuando vivía en Europa. Será un anecdotario más que un concierto porque le pedimos que cuenten alguna cosita, me parece muy atractivo porque será algo único. Además, estará el Quinteto Piazzolla y se va a recrear el concierto de mi abuelo del año 1983, con el mismo director que es Pedro Ignacio Calderón, con “El Zurdo” Roizner en batería que tocó esa misma noche y con Horacio Malvicino en guitarra entre otros, así que será una fiesta. Yo tuve la suerte de acompañar a mi abuelo aquella noche y fue inolvidable para mí, fue la noche en la que él triunfo por lo que me pareció importante que también estuviera ese concierto.
¿Cómo era tu relación con Astor?
Excelente. Siempre que él tocaba en Buenos Aires me llevaba, teníamos una relación muy linda, y tuve la suerte de que mi papá tocó en el Octeto Electrónico y yo pude ver esos ensayos, esos conciertos. Fuimos juntos a la Noche del Teatro Colón cuando tenía 11 años y siempre me tenía presente, eso de ir a buscar al nieto chiquito para ir a semejantes conciertos y con tremenda responsabilidad es algo que se lo super agradezco. Él me regaló mi primera batería, tuvimos grandes charlas de fútbol, de música, de jazz, y me dio muchos consejos.
Hay entrevistas jugosísimas con grandes conductores del tango, como la de Carrizo hablando con el Polaco Goyeneche luego de la muerte de Piazzolla, y sacan a relucir un montón de anécdotas magníficas sobre todo de sus acechanzas, porque era muy bromista…
Sí, era de bromas pesadas… Cuando iba a visitarlo al departamento salía del ascensor y estaba la puerta abierta, no había nadie, entrabas y te saltaba con una máscara del Hombre Lobo y te pegabas un cagazo…
Y había anécdotas de la Orquesta de “Pichuco”, en la que metía talco en algún fueye…
Sí, y usaba pica- pica. A Pichuco le encantaba que lo saludaran y le tocaran la cara, a los tangueros les gusta eso de saludar y tocar la cara y es como que te cachetean cuando te saludan. Él les ponía pica pica en la cara y cuando a Pichuco le picaba, como estaba tocando el bandoneón, no se podía rascar. También ponía petardos en los baños de los lugares en donde tocaba, con una mecha larga, y tenía calculado cuándo iba a reventar, en qué momento del show. Después, ponerte un gato salvaje dentro del estuche del bandoneón y que abrieras el estuche después de tocar y que te saltara a la cara. Se tenía que expresar en todo sentido, era muy activo.
Sin embargo, en las entrevistas públicas era más bien serio, de pocas palabras…
Creo que lo atacaban mucho y él se defendía, por lo general las preguntas que le hacían no eran muy divertidas.
¿Dónde se sentía más cómodo en cuanto a su obra, teniendo en cuenta que en Buenos Aires tuvo que enfrentarse?
Él se sentía cómodo con la pelea, se crio en una pandilla de Nueva York con Rocky Graziano y Jake LaMotta que luego se convirtieron en figuras del boxeo y que peleaban todo el día, y a él le gustaba confrontar, creo que le salía natural. Pienso que él se sentía cómodo en Europa, con el reconocimiento y con las ganas de los sellos discográficos de que él pueda grabar, se pueda desarrollar, pueda hacer su música y elegir los músicos que quiera. Creo que se sentía muy cómodo mientras que acá tenía que vender todo para hacer algo, era un poco más duro.
Hace poco leí en una entrevista tuya, la cual se titula “El apellido a veces me cierra puertas”, ¿Qué significa eso?
Eso fue sacado de contexto, yo nunca diría algo así porque estoy muy orgulloso de ser Piazzolla y aparte nunca golpee ninguna puerta. Practico más de diez horas diarias desde hace veinticinco años y toco con músicos increíbles y nunca me viste en el programa de Mirtha Legrand ni nada de eso. Esa fue una frase como diciendo “yo soy un baterista de jazz y todo el mundo quiere que toque el bandoneón como Piazzolla”, pero no dije que me cerraban la puerta. Es increíble que se agarren de esa frase cuando digo tantas cosas lindas sobre mi abuelo…
¿Y tocás el bandoneón?
No, ni una nota. Me regalaron bandoneón a los 15 años y ni abrí el estuche, no sé por qué. En esa época tocaba el piano y me gustaba eso, luego conocí la batería y ahí fue cuando me picó más el bichito de la música.
Astor ha sido artífice para que muchos otros artistas pudieran encontrar su lugar…
Él fue una punta de lanza total y abrió infinitas posibilidades, eso es lo que ocurre con los grandes creadores. Hizo cosas increíbles, como con Gerry Mulligan o con Gary Burton, grabar música de películas increíbles, estudiar con Nadia Boulanger que fue la mejor maestra de la historia, etc. Él tuvo muy buena onda con el jazz, los jazzeros fueron los primeros que lo aceptaron, y eso también fue muy bueno.
Y esa anécdota de que tu abuelo haya conocido a Gardel también es magnífica…
Sí, porque mi abuelo era muy chiquito y gracias a que Nonino (su padre) le dio una estatua de madera para que se la lleve a Gardel, este último se dio cuenta de que mi abuelo era argentino y se enamoró de él. Además, mi abuelo ya estaba practicando el bandoneón y prácticamente su primer show fue tocando con Gardel.
“Tocás el tango como un gallego, pero metele pibe que vas a llegar”, parece ser la frase…
Sí, imagínate que mi abuelo empezó a estudiar el bandoneón en Nueva York cuando era chico, pero tomaba clases de piano con un pianista ruso y como no tenía piano para practicar pasaba todo al bandoneón y el sonido de esa ciudad era el jazz, y ahí tenés un poco el resultado de lo que a la larga fue Piazzolla.
¿Y qué supiste de la figura de “Nonino”? porque la figura del bisabuelo es muy importante…
Es importante porque mi abuelo fue famoso y le hizo el mejor tema de la historia. Nonino era muy bueno y según me cuenta mi padre, era un excelente abuelo. Mi abuelo cuenta en la película “Los años del tiburón” que, si no estudiaba medio que lo cagaban a palos, tenía que estudiar el bandoneón todos los días. En esa entrevista, que creo que es con Mareco, él decía que menos mal que lo habían hecho así, porque ahora podía ser el músico que era. Yo no lo justifico, pero a mi abuelo le tocó así.
La relación de ustedes con Mar del Plata, ¿cómo es?
Piazzolla es Mar del Plata, fue un hombre de mar hasta los últimos años de su vida gracias a Mar del Plata, nunca perdió sus orígenes y eso habla muy bien de él. En lo personal amo Mar del Plata, siempre veranee ahí, me gusta ir a tocar y tengo muchos amigos también.
Este homenaje de marzo seguramente moverá las fibras musicales y personales…
La verdad que sí, hace un año y pico que estábamos trabajando en esto porque no sabíamos si la pandemia lo iba a permitir, pero finalmente se pueden hacer, aunque sea con aforo limitado. A esto se suman los streeming, que permiten ver los espectáculos desde cualquier parte del mundo.
¿Qué hay en el material de Escalandrum?
Hay de todo un poco, está “Primavera porteña”, “Soledad” que creo que es uno de los más lindos de mi abuelo y que nos salió muy bien, fue grabado en Abbey Road y creo que se escucha mucho la magia del momento hermoso que estábamos pasando al estar grabando ahí. Después hicimos la “Suite troileana”, dedicada a Aníbal Troilo, tocamos una introducción con mi abuelo, y hay un “Adiós Nonino” nuevo que incluye muchos “Adiós Nonino” en él. Es un disco muy lindo y al que le pusimos todo, es un regalo para mi abuelo. El 11 de marzo sale en todas las plataformas oficiales del mundo y en el concierto de ese día sólo adelantaremos algo porque es el día del aniversario de mi abuelo. Nuestra presentación oficial será el 22 de mayo en el CCK. El 11 de marzo, además, habrá conciertos en Francia, España, Rusia, Mar del Plata, y en todo el interior de nuestro país pasarán cosas. En cuanto al material, seguramente el mejor lugar para presentar nuestro disco es Mar del Plata, pero queremos hacerlo bien.
LA VIDA DE ÁSTOR EN POCAS PALABRAS
Nacido el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, Astor era el único hijo de Vicente Piazzolla y Asunta Manetti. Siendo aún pequeño emigró junto a sus padres a Nueva York, donde estudió y creció. Algunas fuentes de investigación cuentan que “en 1929 don Vicente regaló a su hijo un bandoneón de segunda mano, instrumento que quedaría asociado a su figura. Estudió música bajo la tutela de Bela Wilda, maestro ruso discípulo de Rachmaninov, y de él aprendió a transcribir y ejecutar a Bach y a Schumann. En Nueva York conoció a Carlos Gardel, y surgió entre ambos una larga amistad que derivó incluso en la fugaz participación del músico, como actor, en la película El día que me quieras, donde interpretaba a un canillita”.

Siendo adulto y de vuelta a la Argentina, Astor se radicó en Buenos Aires y actuó como bandoneonista en las orquestas de Miguel Caló y Aníbal Troilo; en ésta se encargó también de los arreglos. En 1944, Piazzolla se desvinculó de Troilo para dirigir la orquesta que acompañó al cantante Francisco Fiorentino. Prosiguió con su labor como arreglador para las orquestas de José Basso, Miguel Caló y Francini-Pontier. También en esta época escribió piezas de música culta, como Rapsodia porteña (1952) y Sinfonía de Buenos Aires (1953), en cuya instrumentación incluyó bandoneones. Ese año viajó a París para estudiar con la famosa pedagoga Nadia Boulanger, quien lo convenció de que persistiera en el camino del tango.

A su regreso a la Argentina, Piazzolla convocó a músicos de primera línea y formó el Octeto Buenos Aires, con Enrique Mario Francini y Hugo Baralis en violines, Roberto Pansera en bandoneón, José Bragato en violonchelo, Aldo Nicolini en bajo, Horacio Malvicino en guitarra eléctrica y Atilio Stampone en piano.
En 1960, después de una estadía en Estados Unidos, donde su estilo se presentó como jazz-tango, formó su Quinteto. En 1968, Piazzolla compuso con el poeta Horacio Ferrer la operita María de Buenos Aires, para once instrumentos, recitante y cantantes femenino y masculino. En 1969 comenzó a escribir, también junto con Ferrer, temas de mayor sencillez para la voz de Amelita Baltar. Compusieron así Balada para un loco, que se convertiría en un gran éxito popular, y en cuya estela surgieron otras composiciones de cariz similar, como Balada para mi muerte, Balada para Él y Chiquilín de Bachín.
A la vuelta de un viaje a París, Piazzolla rearmó su antiguo Octeto y emprendió la composición de temas más largos y ambiciosos, alejados de los esquemas clásicos del tango-canción. Entre esas experiencias se cuentan algunas de sus páginas más famosas, como una nueva versión de Adiós, Nonino (la primera se remonta a 1959), Muralla china, las cuatro partes de Pulsación y la música de numerosas películas. Siempre atraído por el jazz, en 1974 grabó un disco junto al gran saxofonista Gerry Mulligan. De 1972 es el Concierto de nácar para nueve tanguistas y orquesta; de 1976, la Suite troileana, compuesta en honor a su maestro Aníbal Troilo; y, de 1979, su Concierto para bandoneón, piano, cuerda y percusión.