En el Partido de Veinticinco de Mayo se encuentra la localidad de Lucas Monteverde, población que según el censo del 2010 contaba con unos 63 habitantes. Allí, un tradicional lugar alberga las historias de lugareños y visitantes que se han detenido a tomar una copa o a comer algo al pasar: El Pocas Plumas. Para llegar aquí se toma un camino de tierra, al cual se accede por la Ruta 51, pasando el Arroyo Saladillo. Algo curioso en esta nota que tuvimos la oportunidad de realizar es que nuestro entrevistado se llama Lucas Monteverde, homónimo del lugar, y es uno de los descendientes de los primeros fundadores:
“El pueblo de Lucas Monteverde recibe ese nombre en honor a mi abuelo, que vino de Génova en el año 1850. Hace más de 150 años que la familia está en ese lugar, van seis generaciones y en cada generación hubo un Lucas Monteverde” cuenta nuestro entrevistado.
Lucas Monteverde, de profesión Ingeniero Agrónomo, pudo conocer algo de la historia de sus antepasados a través de un viaje que realizó Italia: “Descubrí que era de San Colombano, provincia de Génova. Cuando él vino llegó y compró campos acá, no sé cómo ni por qué vino… En el casco de la estancia está aún la fosa para protegerse de los indios y de los malones de aquella época. Veinticinco de Mayo tiene el Fortín Mulitas, que era línea avanzada de los fortines, hechas para ganar terreno”.
“La estación lleva el nombre de Lucas Monteverde, porque fue él quien donó las tierras, lotearon y donó el lugar para que pasara el ferrocarril provincial, que era el de Troncha Angosta que iba desde La Plata a La Pampa, y que fue levantado durante el gobierno de Frondizi. Fue uno de los que, lamentablemente, fueron levantando sus servicios. La estación es fantástica, construida por los ingleses con unos materiales impresionantes”, narra.

En este punto la estación y el boliche unen sus historias, siendo la primera la sede para que el segundo pudiese nacer: “Nosotros empezamos ocupando los galpones de la estación para guardar maquinaria… En Monteverde había un bolichero que había sido tractorista de la estancia y que, al tener un accidente, puso “El boliche de Don Pichón”. Cuando muere Don Pichón, nosotros con otros contratistas formamos el boliche “El Pocas Plumas”, que funciona en la estación y que fue armado como las viejas pulperías. Le pusimos ese nombre porque uno de los habitantes más viejos del pueblo nos dijo que el primer boliche que funcionó en Lucas Monteverde, hace unos cien años, también se llamaba “El Pocas Plumas”. Esto empezó hacerse famoso por tener músicos, guitarreros y peñas… Ahora estamos frenados desde hace un año por lo de la pandemia”- relata– “A mí se me ocurrió hacer el boliche para que la gente de Monteverde tuviese un lugar de encuentro, para jugar al truco, para hacer las compras, etc.”. Pisos y cielorrasos de madera, gruesas paredes, marcos antiguos y distintos objetos de antaño sostienen y recrean la historia dentro de la estación, convertida en boliche y almacén.
El presente, según estimaciones de nuestro entrevistado, se escribe con la presencia de unas veinte familias asentadas en la zona, la presencia de una escuela primaria, una delegación y, por supuesto, “El Pocas Plumas”: “Me acuerdo que cuando era chico había más familias, carnicería, comisaría, dos boliches con canchas de bochas y en donde se corrían carreras de cuadreras”, rememora.
Los Monteverde siguen viviendo en aquella zona rural, perpetuando su legado, trabajando en el campo y con la participación familiar. Allí se realiza producción relacionada con ganadería, tambo, agricultura y cría de caballos deportivos, sobre todo usados en el polo. Esta actividad es muy floreciente en esta zona, lo que genera puestos de trabajo para muchas personas dedicadas a la cría, al desarrollo de la genética, al amansamiento y al entrenamiento de los caballos.

“Yo soy un fanático de que no se pierdan las tradiciones. Seguimos carneando, haciendo chorizos y jamones, hacemos quesos caseros y aquellas actividades que trajeron los inmigrantes. Acá hubo muchos inmigrantes italianos, me acuerdo que todos tenían sus chorizos y sus quesos caseros. A mi siempre me gustó mucho, vivo acá desde que me recibí a los 24 años, hoy tengo 70 y sigo acá, siempre traté de mantener estas tradiciones que tenían los extranjeros que vinieron de Europa”, expresa.
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