Hace unos días, con motivo de la Peregrinación de Luján, hablamos con el Padre Mamerto Menapace, quien vive desde el año 1952 en el Monasterio Benedictino de Los Toldos. En esta entrevista habló acerca de su labor evangelizadora, del presente, la actualidad y de sus ricas anécdotas de la vida:
Con respecto al tiempo en el que estamos viviendo, el sacerdote expresó que se trata uno de esos momentos en los que la vida te sorprende y que “el desafío consiste en cómo vivir sin dejar que ese acontecimiento destruya tu vida sino empezar a edificar sobre ese acontecimiento. Sin largarme a filosofar demasiado creo que algo bueno hay. De pronto un chico que hoy tiene seis años, cuando tenga cincuenta dirá: “yo me acuerdo de ese año 2020 cuando papá estaba todos los días en casa, el año anterior me acuerdo que cuando yo me levantaba papá ya se había ido a trabajar, después él venía y yo estaba en la escuela… Yo nunca me encontraba con mi papá y ahora sí, es el que me ayuda con los deberes, el que está en casa, a veces salimos a pasear juntos aunque sea a la vereda”. Quizás si supiéramos aprovechar las oportunidades posibles dentro de todo esto que es una calamidad mundial, podríamos verlo distinto. Creo que la vida es como una pila, siempre tiene un lado positivo. Esto podemos vivirlo bien o mal. Lo importante es saber cómo vivir bien este momento aún con todos límites y las carencias”.
En cuanto a la realidad económica, política, y las diferentes posturas, Menapace opinó: “Hay que ser un poco comprensivo con estas manifestaciones. Cuando uno está comprimido esto hace que se exacerben los ánimos y creemos que la solución se hace luchando contra los otros, que los demás tienen la culpa, y no es así. Esto lo arreglamos entre todos, el fuego para calentar tiene que venir desde abajo, podemos estar de acuerdo con una u otra línea política pero de hecho es imposible que un país viva sin una autoridad y a la autoridad hay que respetarla.”
En relación a la Fe, Menapace refirió que el fortalecimiento se debe dar a través de Dios, de la Fe más allá de la religión, e hizo hincapié en el acercamiento que se ha dado entre las diversas posturas religiosas: “El mundo ha ido evolucionando y descubrimos algo hermoso que es que Dios nos quiere a todos como hijos. Cuando Cristo vino no lo hizo para explicarnos el porqué del sufrimiento, vino a compartir. Creo que en vez de estar explicando tanto se trata justamente de compartir”, concluyó.