Nilo García Ruíz puede ser definido de tantísimas maneras: es un inmigrante español, asturiano y habitante de General Pico en la provincia de la Pampa. Fue vicecónsul de la Asociación Española de General Pico y, en el ámbito deportivo, fue presidente varias veces del Club Atlético y Cultural Argentino. Es, además, una joya viviente para la comunidad, de la que ha sido un activo partícipe, y tiene la curiosa pasión de coleccionar llaveros, atesorando unos 5000 en el garaje de su casa.
En tierras españolas aún, Nilo ingresó con 14 años a la fábrica militar de La Vega, en Oviedo. Sin embargo, y como él lo relata, años después y tras un sinsabor en su experiencia, le solicitó dinero a su madre para pagarse un pasaje hacia Argentina. Así, con 18 años, llegó a estas tierras, en donde lo esperaban algunos tíos y primos: “Llegué el 12 de junio del `53 y el 9 de octubre del mismo año conseguí trabajo en una fábrica de oxígeno que era de unos primos. Fue el comienzo de mi vida en General Pico”, cuenta.
Al poco tiempo fue vinculándose al Club Atlético y Cultural Argentino, institución que estaba cercana a su casa, y si bien al principio pensó que “no tenía mucho para ofrecer”, con el tiempo se convirtió catorce veces en presidente: “Llevo 30 años como parte de la comisión directiva, con mis 87 años todavía me integro”. Pero también, en lo deportivo, fue presidente de la Asociación Norteña de Básquet. Recientemente, Nilo fue reconocido por la institución de sus amores, ya que su nombre se impuso a la cancha de básquet del Club.

Una nutrida vida y actividad social lo llevaron, como español, a ser nombrado Vicecónsul, cargo que ocupó durante catorce años, y fue durante otros doce, presidente de la Sociedad Española: “Trabajé y colaboré con todas las instituciones que pude en General Pico, y también colaboraron mucho conmigo, por eso soy un agradecido de todo lo que se me ha dado”.
Acerca de su elección de vida en Argentina, Nilo expresa: “Si naciera de nuevo y me dieran la posibilidad, elegiría lo mismo. Este es un país al que hay que darle, no sacarle. Lamentablemente la gente piensa en sí misma y no en el esfuerzo”.
NILO, COLECCIONISTA DE LLAVEROS
Un llavero no es otra cosa que un utensilio para llevar las llaves guardadas y recogidas, y lo que poca gente sabe es que, aunque no es el objeto más común en este planeta, si es el que más gente utiliza de los casi 7.500 millones de personas que vivimos repartidos en 194 países, aunque por supuesto no todos los utilizan.
El inventor del llavero fue sin duda el mismo que el de la llave, y en este caso no fueron los chinos los primeros sino el arquitecto, escultor e inventor griego Teodoro de Samos (Siglos VII y VI a.C.) quien también inventó la regla y el cartabón.
Cuando creó las primeras llaves, estas ya tenían la cabeza hueca precisamente para colgarlas de una cuerda o «llavero» lo que permitía llevarla colgada de la muñeca o en el cuello a modo de collar.
La relación de Nilo con las instituciones hizo que, obviamente, conociera a muchas personas. A éstas, a quienes él les hacía trámites o gestiones relacionados con su actividad, es a quienes les solicitaba un llavero como regalo cuando querían recompensarlo: “No creo que ninguno me haya fallado”-dice- “hay mucha gente que me conoce y que aún hoy llega con un paquetito, se lo entrega a mi señora, y es un llavero. Los tengo todos ordenaditos en el garaje. La gente se admira de la cantidad de llaveros que hay y del orden que tienen”.
Nuestro entrevistado cuenta que tiene llaveros de todo tipo y de todo el mundo, pero que su valor reside en el objeto en sí y no en su procedencia: “No tengo uno que sea igual a otro”, concluye.