Rivera es una localidad del Partido de Adolfo Alsina, distante a unos 55 Km de Carhué (cabecera del distrito) por la Ruta 60 y a unos 18 Km del límite con la Provincia de La Pampa. Los accesos están asfaltados y son seguros para transitar. Unos 3500 habitantes componen su población actual.
Rivera constituye una zona tambera por excelencia y esta actividad económica sustenta la vida de muchas familias que aún eligen estar en el campo. Otro bastión importante es el cultural, actividad fundamental para esta comunidad y que se ve reflejada en la pujanza de sus instituciones. Cuenta con todos los servicios indispensables para el desarrollo, a excepción de red cloacal.
De raíces judías, Rivera se llamó originariamente “Colonia Barón Hirsch”. Cuando en el año 1907 el ferrocarril atravesó esta zona se le dio el nombre legal de Rivera, aludiendo a Ignacio de Rivera quien fue un congresal por Bolivia durante el Congreso de Tucumán de 1816. Se toma como fecha de fundación el 5 de abril de 1905.
ESCUELA SECUNDARIA AGRARIA Nº 1 “BERNARDO DE IRIGOYEN”
Gabriela Trabucco es la Directora de este establecimiento educativo. En esta entrevista nos cuenta acerca de la historia de la escuela y la función que cumple en la comunidad de Rivera.
Historia fundacional de la Escuela
“La Escuela Agraria surge por una demanda de los productores, colonos de la localidad, que veían necesaria una oferta acorde a las características productivas de la zona. Es así como en 1948 le donan a la Provincia de Buenos Aires unas 350 hectáreas, se acepta esa donación y se conforma una comisión pro habilitación de una escuela agrícola. En 1949 el gobierno de la Provincia de Buenos Aires compra este predio de 5 hectáreas en donde funcionaba una sala de conservas y es en ese edificio viejo, que era un galpón, donde comienzan los primeros pasos de la Escuela Agraria” -cuenta Gabriela- “Tiene una particularidad, creo que es la única escuela que se inaugura un 20 de diciembre de 1951. Cuando todas las escuelas se inauguran a principio de ciclo lectivo acá se hizo a fin de año. Otra particularidad es que se llama Presidente Perón y cuando éste fue derrocado pasó a llamarse Dr. Bernardo de Irigoyen, que es el nombre que tiene hasta ahora”. Actualmente la matrícula de la institución se conforma por 328 alumnos.

La presencia de la inmigración y de la comunidad israelita se evidencia incluso en el diagrama de esta institución: “La escuela está diseñada como un kibutz (explotación agraria israelí gestionada de forma colectiva y basada en el trabajo y la propiedad comunes) ya que tienen un edificio central pero alrededor tiene casas en donde vivían en sus orígenes los docentes y directores. Era una verdadera comunidad y todavía sigue siendo así porque tiene la particularidad de que la mayoría de la matrícula corresponde a residentes, 227 alumnos conviven con nosotros, ingresan el domingo alrededor de las 18 y se van los viernes, cerquita del mediodía. Realmente esta es una familia, vivimos en comunidad y se podrán imaginar cómo nos atraviesan estos momentos de pandemia porque no contamos con la presencia de los chicos”.

Con respecto a la formación y actividades dentro de la institución…
Trabucco cuenta que tienen tres niveles formativos: general, científico-tecnológico (que son las materias afines a ciencias naturales como cualquier secundaria media) y además, la formación técnico- específica. En esta última la escuela ha adoptado la estrategia de “cadenas de valor” con la premisa de producir materia prima de calidad y después industrializarla: “es así que tenemos todas las cadenas de valor representativas de la zona. Contamos actualmente con un tambo de 105 vacas en ordeñe y con una sala para industrializar esa leche. Elaboramos quesos, dulce de leche, etc. Además tenemos una huerta de donde obtenemos materias primas para la sala de conservas, y donde se producen también aromáticas que son materia prima en la elaboración de quesos saborizados. Contamos con una granja donde criamos pollos y la sala de faena para industrializarlos, haciendo venta de pollos trozados o enteros. Todo se hace de acuerdo a las normas sanitarias requeridas, con las salas habilitadas por el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia. Constituye una gran oferta educativa ya que los chicos no sólo aprenden a producir sino que lo hacen cuidando el recurso y según las normas higiénico- sanitarias de la Provincia. Hay una formación en contenidos y valores porque este tipo de escuelas no sólo forman para el trabajo o para estudios superiores sino que la convivencia da la posibilidad de trabajar con los chicos y dejar estas improntas en buenos hábitos”.
Con respecto a la producción, su destino y el rol social
“Los lineamientos de las escuelas agrarias hacen referencia a que debemos producir para el principal entorno que tenemos que es el comedor escolar. El excedente es lo que podemos comercializar y no se hace a través de los directivos sino mediante la asociación cooperadora que tiene personería jurídica”- grafica la Directora- “Todo lo que se produce en los entornos vuelve a la Escuela, con lo que se produce sostenemos el 60% del comedor escolar de modo que no es una mirada empresarial sino que nuestro principal objetivo es contribuir a la formación de estos jóvenes. Somos una escuela pública y recibimos el aporte del Estado. Nosotros sostenemos que en comunidades tan chiquitas la vida social pasa por las escuelas, se protege a las escuelas porque la vida social pasa por acá. Cuando vienen a visitarnos a Rivera nos dicen que no pueden creer lo que es la Escuela y cómo está. Y está así porque la comunidad educativa y la comunidad de Rivera en general es muy cultural y se protegen este tipo de instituciones”.
“Una de las fortalezas de la escuela es que las familias pueden seguir estando en el campo porque incluso nosotros, que tenemos proyectos de extensión con las familias por ejemplo con jaulas para que puedan criar pollos, vemos que este tipo de articulaciones son necesarias para fomentar el arraigo. Una de las situaciones que hacen que las familias empiecen a irse de los campos es cuando los chicos tienen que ir a la escuela porque la educación es prioritaria y si el Estado no está presente con el transporte para que puedan llegar, primero se va la mujer con sus hijos a la ciudad mientras que el hombre se queda en el campo, pero él se queda poco tiempo y también se va. Cada vez se dejan más campos, se deja la producción y llega un momento en que los campos se alquilan para que lleguen los grandes pooles”- explica Gabriela- “Otro punto es la comunicación. Para fomentar el arraigo necesitamos mejor infraestructura en el campo, y en ello está la comunicación porque así como en la ciudad se quiere la conectividad también se quiere en el campo. Hoy, con esta situación que nos atraviesa, vemos la importancia de no hacinarse en las ciudades”.
CENTRO CULTURAL ISRAELITA DE LA LOCALIDAD DE RIVERA
Gustavo Elman es el Presidente del Centro Cultural Israelita de Rivera. Descendiente de aquellos primeros colonos que dieron origen a la localidad, nos cuenta acerca de ello:
“El Centro Cultural es una gran institución en la localidad y de la región. En estos tiempos tan particulares hemos reducido nuestra actividad por razones lógicas, pero contamos con una estructura y una infraestructura muy importantes, y es el legado de aquellos que un 5 de abril de 1905 arribaron a este lugar y trajeron este bagaje cultural e histórico que impone que sus sucesores sigan trabajando en pos de aquellos objetivos fundacionales. Esta es una institución magnífica, con un espacio inédito incluso en el país por el tipo de estructura que presenta que es un sala de cine, teatro y conciertos magnífica, y con la Biblioteca “José Ingenieros” que cuenta con unos 40.000 volúmenes y está totalmente actualizada. La mayoría de la población contribuye con el Centro a través de su participación en actividades y también como socios”, cuenta Elman acerca de esta institución fundada el 31 de mayo de 1925.

Los orígenes inmigrantes de Rivera
Elman narra que “Aquí llegan en principio familias provenientes de Ucrania, de la Rusia zarista, judíos hostigados por el régimen. Un filántropo judío, el Barón Mauricio de Hirsch, adquiere una extensión de tierra bastante importante en la zona, en la antigua Estancia Leloir, con la idea de mejorar la calidad de vida imposible que existía bajo esos regímenes y propone traer a estas personas. Las trae, les da una extensión de tierra que era una unidad económica en ese momento de unas 75 hectáreas, y su finalidad era que las personas volvieran al origen del trabajo de la tierra. De hecho lo hacen, prosperan y nos dejan como legado esta localidad que es ejemplo de cómo, con la llegada posterior de otros inmigrantes como los italianos, españoles, alemanes del Volga, rusos no judíos, se hace un crisol de culturas y esa historia tan nutrida le da la importancia a esta comunidad tan florida”.

Aquellos primeros inmigrantes no eran avezados en las tareas agrícolas, por lo que debieron superar la disyuntiva y elegir entre sus oficios o el aprendizaje rápido de las labores del campo: “Los judíos que llegaron en un principio eran zapateros, sastres, vendedores ambulantes y no habían atado un caballo a un carro nunca en su vida pero hubo una persona aquí, Lucas Torres, quien era el capataz de la Estancia (Leloir) y él les dio una mano muy importante porque les enseñó, los formó en la cuestión agrícola. Eran pueblos que habían huido de su lugar de origen y fue muy doloroso para ellos. En el caso de mi familia, ellos habitaron Polonia por más de siete generaciones y fue terrible tener que abandonar su lugar, poblaciones chicas donde la cultura estaba arraigada, pero tuvieron que dejar todo eso. No quedaba otra que hacerse para poder adaptarse y sobrevivir”, cuenta aún con tristeza.

El rol del ferrocarril
“Sin dudas la historia del ferrocarril está sumamente atada al devenir y a la evolución del pueblo en lo comercial, lo cultural y lo social. Cuando éste deja de transitar como medio de locomoción para las personas realmente significó una situación crítica para Rivera porque además aquí había una colonia ferroviaria muy importante, muchas personas trabajaban en el ferrocarril y su ausencia nos generó un problema”, describe Gustavo.
Instituciones y patrimonios materiales y culturales de Rivera
Elman destaca la importancia actual de las entidades al contar que “En Rivera hay muchas instituciones sociales, deportivas y de bien público. Incluso el Hospital de Rivera fue fundado por aquellos primeros colonos que arribaron”. También de aquellos primeros tiempos de los colonos en estas tierras data una maravillosa sinagoga, con una estructura espectacular y con vitraux. Además, él cuenta que son muy importantes las fiestas tradicionales que se realizan tales como El baile del Lechero, la festividad en honor al origen de la comunidad y los carnavales en los que siempre se presentan figuras nacionales y donde la alegría y el color están presentes. En el Centro Cultural también funciona un bar social donde los asistentes pueden deleitarse con platos típicos de la gastronomía inmigrante. Los riverenses esperan ansiosos que este momento pase y que vuelvan las épocas de celebración.

Chicos la estación de la foto es de Rivera pero de Uruguay
¡Gracias por el aporte y por la lectura Pedro! Ya la modificamos…