En la provincia de Santa Fe, en el Departamento de Constitución, se encuentra la localidad de Peyrano. Unos 3000 habitantes constituyen la población de Peyrano, esta localidad santafesina que está muy cerca del límite con Buenos Aires. Próximo al Arroyo del Medio, que divide ambas provincias, a 60 Km de Rosario (Santa Fe) y a unos 40 Km de Pergamino (Buenos Aires).
Si vamos desde Buenos Aires se accede a Peyrano por la Ruta 18 mientras que, por Santa Fe, se hace por la Ruta 32. Luego, un acceso arbolado de tres kilómetros permite llegar a la Plaza Colón, el corazón de este sitio. También en este centro funciona el Museo “30 de Julio”, establecido en el edificio de la antigua municipalidad, que data de 1922. Allí, su Director, el museólogo Carlos Tellechea es quien se encarga de preservar y dar a conocer la historia.
La fecha de fundación de Peyrano data del 30 de julio de 1891: “La historia de la fundación de los pueblos al sur de Santa Fe tiene que ver con un hecho particular y es que hacia finales del siglo XIX, esta provincia incentivaba a través de leyes la formación de pueblos y colonias. Esto se transformaba en una especie de emprendimientos inmobiliarios para aquellos terratenientes y lo que la provincia les ofrecía era eximirlos de impuestos. Ellos tenían que donar el espacio que ocuparía el pueblo y los terrenos públicos (municipalidad, plazas, escuela, hospital, etc.). Era un emprendimiento interesante para esos terratenientes porque en el centro se ubicaba el pueblo y alrededor se establecían las colonias que dependían, a través del arrendamiento, de esos terratenientes. Manuel Peyrano es fundador de esta colonia. Hay que entender esto como una telaraña productiva donde los colonos venían a abastecerse de lo que necesitaban ya que en el pueblo estaba la herrería, el almacén de ramos generales, la carpintería, etc.”.

Cada colonia estaba formaba por una decena de personas, que eran contabilizadas como parte del pueblo. Padres e hijos eran incorporados como mano de obra productiva de esas pequeñas chacras, respondiendo a un modelo económico agroexportador que colocaba a los inmigrantes como artífices y necesarios intermediarios de lo que la tierra daba. Estas colonias de inmigrantes, además, pusieron su sello cultural y su impronta a través del establecimiento de sociedades, como la Sociedad Española o la Sociedad Italiana.
El nombre del Museo se eligió hace unos treinta años cuando recién comenzaba a pensarse como tal, en consonancia con la fecha del aniversario de la ciudad. Actualmente se lo conoce más como el Museo de Peyrano. Aquí adentro se trata de reflejar la historia de la comunidad, tomando como referencia al siglo XIX, marco temporal de la familia fundadora y además, la vida cotidiana de las familias que han ido pasando por la localidad. Cuenta, además, la historia de los límites entre las mencionadas provincias, con el Arroyo del Medio como columna vertebral, lugar también de hallazgos arqueológicos que se suman a la colección museográfica. No obstante, según nos cuenta Tellechea, “la joya del lugar” la constituye una divisa federal, símbolo de los tiempos de Rosas, perteneciente a Mabel, la esposa de Peyrano.

El presente de localidad agrícola es brillante. Una avenida con palmeras centenarias ofrece un paseo exquisito dando un marco pintoresco. Los modernos comercios conviven con algunos de antaño que aún permanecen en pie y las instituciones, bases de todo desarrollo, son fuertes: bomberos voluntarios, centro de salud, el Club Rivadavia, el Polideportivo General San Martín, distintas escuelas que atienden a todos los niveles y una centenaria Sociedad Italiana, son algunas de ellas.
En materia de servicios, excepto gas natural, cuenta con las comodidades para el desarrollo diario de la comunidad. Y esa gente, los vecinos, junto a otros visitantes se nuclean en las festividades que anualmente se desarrollan, sobre todo el Festival de Folklore de Peyrano que se realiza desde hace 40 años. Estar en Peyrano les ofrece la tranquilidad de las simples cosas, estar cerca de importantes centros urbanos les permite proyectarse un poquito sin abandonar la seguridad de lo cotidiano. Así es la vida en estos lugares.-