La Mascota es una pequeña localidad del Partido de Villarino, ubicada a 5 kilómetros de Médanos, ciudad cabecera del Partido, y a 40 de Bahía Blanca, accediendo por la Ruta Nacional 22. En este sitio llegaron a vivir unos 400 habitantes, pero hoy tiene sólo 35 que generalmente se dedican a la agricultura y ganadería, y muchos son propietarios de viviendas que son utilizadas como casas de descanso o de fin de semana. Tuvo un momento muy próspero, y quienes estuvieron en aquellos momentos lo vislumbraban como un sitio productivo y turístico, pero el dictado de una ley le truncó el destino.
Se toma como fecha de fundación de La Mascota al 7 de noviembre de 1909 dado que ese día, en la casa de Adolfo Bullrich y Cía., de Bahía Blanca, se realiza el remate de solares y quintas para formar el pueblo.
Para dialogar sobre la historia de este lugar, dialogamos con Florencia González, integrante de la Sociedad de Fomento Local.
Cuando el gobierno, allá por 1883, vende las tierras públicas –vastas extensiones al sur de la línea ganada a las indiadas–, se crean nuevos partidos, entre ellos el de Villarino. Tomás Ronaldson, un inglés visionario, compra una extensa superficie que va desde Argerich hasta la zona de influencia de Médanos. Esa primera década del siglo observa la inmigración en grandes oleadas que llega para «hacer la América». En 1901 se afinca en esta localidad su primer poblador, el italiano Mauro Alfonso que, con un par de bueyes, pronto rotura la tierra virgen que le dará sus generosos frutos. Inmediatamente, le seguirían sus pasos Zamataro, Spina y Colombo.
Con la llegada de Ricardo Rosas se efectúan los primeros loteos y se confeccionan los planos del nuevo pueblo. Luego arribaría a Médanos en calidad de apoderado del mencionado Ronaldson, Mariano Ferro, quien era un ferviente admirador de Bartolomé Mitre. Ese hombre comienza amar esta tierra bravía y decide comprar unos lotes en La Mascota, lugar donde el agua estaba a flor de suelo, la temperatura era agradable y las suaves ondulaciones atajaban los fuertes vientos. Pensando realizar una villa de recreo aledaña al ferrocarril, hace confeccionar planos y vende parcelas a sus amigos. También le pone un nombre imaginable dado su fervor por Mitre y lo bautiza «Mitreville» (Fuente: Diario La Nueva Provincia).
“Él pensaba que La Mascota iba a llegar a ser un sitio de veraneo para todas las personas de la alta sociedad de Bahía Blanca, y de alguna manera se hizo realidad porque Arturo Coleman, que era un vecino de mucha plata, de la ciudad, y otros vecinos, compraron sus lotes aquí.
Pensaban esto por la ubicación de Mascota, a sólo 40 Km de Bahía Blanca, y también por su suelo porque se sembraba de todo, alfalfa y viñedos. Todo era favorable hasta que se creó una ley en 1934, que prohibía que se comercializaran vinos que no provinieran de la región cuyana, entonces se empezó a perder esta magia que tenía “Mitreville” y empezaron a bajar, además, las napas de agua, por lo que empezó a perderse todo el crecimiento que se esperaba», relata Florencia.
En algunas fuentes históricas se dice sobre La Mascota: «Cómo sería el avance progresista que la localidad llegó a tener la primera central telefónica del partido de Villarino, contando con 70 abonados. Mientras tanto, la tierra cuajaba en alfalfares favorecidos por las excepcionales condiciones climáticas y a que el suelo almacenaba la humedad bajo su misma superficie dándole una fertilidad asombrosa. También estuvieron quienes quisieron hacer de La Mascota la segunda Mendoza.
Es por eso que, por entonces, se funda la Compañía Nacional de Viñedos del Sud SA. con el objeto de explotar los negocios de viñedos y frutas y, por eso, le adquieren a Rosas 450 hectáreas alfalfadas, de las cuales 300 se arriendan durante los primeros años, destinadas a la plantación de viñas«.
González cuenta. con sus palabras, que «Se termina llamando La Mascota porque Mariano Ferro encontró un adversario llamado Arthur Coleman, un inglés que administraba el Ferrocarril del Sud y que tenía tierras en Mitreville, y no tenía simpatía con Roca que era quien había vendido esas tierras públicas, y no quería que el turismo tuviese desarrollo en la región. Coleman era el mayor obstáculo de Ferro y cuando llegó el momento de definir el nombre ganó Coleman, que era fuerte en el lugar, y se tomó el nombre de la Estación La Mascota”. Hoy de la estación no quedó prácticamente nada, sólo el andén se anima a contar material y tímidamente aquel retazo de la historia local.
En La Mascota, en 1915, se creó la Escuela Primaria Nº 30 que, desde hace unos años cerró por falta de matrícula: «Sólo iban 3 alumnos y empezaron a ir a Médanos luego del cierre», explica nuestra entrevistada.
El 20 de septiembre de 1925 nacía en la pequeña localidad una entidad símbolo de su quehacer: la Sociedad de Fomento Mascotense, presidida por Evaristo Arellano. Actualmente la sede de la escuela es de la Sociedad de Fomento, allí se organizan distintos eventos para los vecinos: “No lo hacemos por plata, sino para mantener unido el pueblo”, concluye Floorencia.
