Distintas entidades como la Federación de Rurales Chubut, la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz y la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro emitieron un comunicado en donde señalan la angustiante situación que atraviesa la actividad ovina en el sur de nuestro país. Para conocer más detalles entrevistamos a Leonardo Jones, Presidente de la Federación de Rurales de Chubut:
“Nuestra crítica puntual es que, si está la posibilidad o la necesidad del Gobierno de hacer un dólar distinto para determinado sector, por qué no la está para otros sectores como el nuestro o de otras economías regionales que son más que un negocio en sí. En nuestro caso, la ganadería ovina en la Patagonia se desarrolla en un ambiente donde no se puede hacer ningún otro tipo de cría y mucho menos de cultivos porque el ambiente es de aridez, de frío, y la mayor parte de la Patagonia tiene menos de 200 milímetros de precipitaciones al año y una gran parte tiene menos de 100. Entonces, si no hay posibilidad de hacer ovejas, no hay posibilidad de hacer nada. Si vamos en proceso de terminar con las ovejas en la Patagonia, vamos en proceso de despoblar una de las regiones más grandes que tiene el País y que, gracias a la oveja, fue poblada hace más de cien años”, refirió sobre el reclamo expuesto en el comunicado.
Con respecto a lo que significa esta actividad en la zona. Jones explicó: “Además de los 6000 productores y sus familias, hay otros 6000 trabajadores en relación de dependencia con cada productor, hay alrededor de 8000 trabajadores zafreros en la esquila, una economía que se mueve en insumos y servicios alrededor de la ganadería ovina».
“La ganadería ovina, en la Patagonia, produce esencialmente lana y no así carne en gran cantidad. El ambiente permite que se desarrolle muy bien la raza Merino, principalmente productora de lana, pero no permite que se desarrollen bien las razas carniceras”, graficó.
“Se vende al mercado internacional, no hay un mercado interno para la lana prácticamente, arriba del 95 % va a un mercado exterior que tiene un precio fijado en dólares en el mercado de Australia, de modo que tampoco se puede intervenir o trabajar sobre el precio. Una vez por año, el productor fija el precio en dólares con la empresa que se lo compra, y cuando lo va a cobrar se lo liquidan en pesos y esa conversión es con el tipo de cambio oficial mayorista, de tipo vendedor. Hoy por hoy, el ingreso en pesos del productor con respecto a hace un año es solamente un 30 % mejor, porque es la evolución que ha tenido el dólar oficial desde entonces. El productor tiene que dar vuelta con ese pequeño aumento y hacer frente a una inflación, y no tiene otra posibilidad, por eso es tan necesario que se actualice el tipo de cambio para la lana”.
En cuanto a lo difícil que se está volviendo esta situación, Jones indicó que “Ya hay un cierre de campos en la Patagonia, no es algo que estamos vaticinando a futuro, sino que está sucediendo. Un campo que se cierra en la Patagonia, es difícil que en los próximos diez o quince años vuelva a abrirse”.
En cuanto a las respuestas que han tenido desde los sectores de la política, dijo: “Estamos trabajando en diferentes ámbitos y escalas con todos los políticos y funcionarios que debieran generar una respuesta positiva a todo esto, todos lo entienden, pero en concreto no pasa nada y ni siquiera hay una solución. Todos coincidimos en el diagnóstico, pero necesitamos que se haga algo. En nuestra región estamos en plena esquila y nuestros productores están haciendo cuentas de que no van a llegar a la esquila del año que viene. Hay una desesperación y una angustia”.
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