Imaginemos un pueblo de la provincia de Buenos Aires que supo ser activo y que floreció en torno a su estación. Pensemos en el mismo lugar pero habitado por un puñado de personas, a tal punto de que las cifras oficiales del censo 2010 contabilizaron cuatro habitantes, lo que lleva a determinar al sitio como zona rural dispersa. Pero imaginemos también que, como salido de un relato fantástico, el sitio se vuelve atractivo por una antigua estancia que supo tener hasta un zoológico privado, y por las historias de fantasmas que se cuentan sobre esta. Ese pueblo existe y se llama Máximo Fernández, la estación recibe el nombre de “Juan F. Salaberry” y la mítica estancia se llama “Montelén”.
Situado en el Partido de Bragado, Máximo Fernández es parte del Cuartel VIII y se halla a 25 Km de la ciudad de Bragado. Está ubicado en el Camino Real entre La Limpia y San Emilio. El nombre rinde homenaje a Máximo Fernández que instaló en el lugar la Estancia La Matilde y donó parte de sus tierras al “Ferrocarril Oeste de Buenos Aires” para que en 1893 se inaugurara la Estación Juan F. Salaberry. Posteriormente la estancia fue comprada por Salaberry- Bercetche, que en 1942 la vendieron a Don Francisco Suárez Zabala; desde entonces lleva el nombre de estancia Montelén.
¿CÓMO LLEGAR?
María Cieri, encargada de prensa de Montelén, es la vocera para contarnos más acerca de este lugar que se ha reinventado de la mano del turismo rural: “Para ir a Montelén, una vez que se llega a Máximo Fernández frente a la estación pueden verse las ruinas de la capilla y esa es la manera más fácil de encontrarla. Después hay otros caminos internos: uno puede ir por la ruta 46 y tomar alguno de los caminos rurales o llegar hasta La Limpia y de ahí transitar hasta Máximo Fernández. Otra opción es ir desde Bragado por la calle principal que luego desemboca en un camino de tierra en muy buen estado. De todas maneras hay varios carteles que indican cómo llegar o en nuestra página web están las indicaciones con las coordenadas del GPS. Hay que pensar que son más de 20 km por camino rural por lo cual, si llueve, es difícil acceder”.
UNA HISTORIA DE VARIOS CAPÍTULOS
La historia de esplendor de esta zona se cuenta a través de documentos históricos y también nace desde la entusiasmada voz de María, quien cuenta con vehemencia los inicios de esta estancia: “Según documentos confiables en los que nos podemos apoyar, alrededor de 1834 estas tierras pertenecieron a Juan Facundo Quiroga y posteriormente las heredó su viuda. Sobre 1870 Máximo Fernández, que era juez de paz de Cañuelas, las compra, comienza con la actividad agrícola y funda la estancia La Matilde en honor a su esposa. Era un lugar con grandes arboledas, muchos frutales y aromáticas. Su idea era vivir en el campo con Matilde por lo que procura construir una hermosa casa y para ello hace traer los mejores materiales de Europa, haciendo una construcción al estilo Palladio. La verdad es que su esposa nunca quiso vivir en el campo y tras la muerte de ambos, la estancia fue heredada por sus hijos. Luego de sucesiones y ventas de algunas partes, La Matilde deja de pertenecer a Fernández”.
El tiempo se encarga, caprichoso, de escribir nuevos capítulos en los lugares y en sus protagonistas: “En 1904 la Familia Salaberry adquiere parte de estas tierras e inician una explotación forestal, instalan un aserradero, colocan una usina, construyen la Escuela Nº 2, una capilla neogótica y una panadería, constituyéndose ésta en la época de mayor apogeo. Se puede decir que el pueblo de Máximo Fernández tuvo dos grandes usinas laborales: el ferrocarril y todo lo que sucedía en La Matilde (hoy Montelén) que llegó a tener 300 empleados trabajando allí. Salaberry incluso llegó a tener un zoológico con animales exóticos e intervino mandando a parquizar toda la zona por Carlos Thays, quien le diseñó un lago artificial, una pérgola y una pajarera. Todo esto sucedió a principios del 1900 pero, después de una mala administración, una parte de la estancia fue embargada. En 1942 fue comprada por Francisco Suárez Zabala (inventor de Geniol), quien la llamó Montelén. Él tenía un espíritu emprendedor, instaló algunos de los viveros más importantes del país y aprovechando el auge del ferrocarril todo lo que se producía en Montelén se cargaba en Máximo Fernández, o a la inversa. En el campo desarrollaron actividades de apicultura y exportación de miel a Alemania, trabajaron en mejoras de genética de animales Holando- Argentino y tuvieron una importante producción láctea”, relata Cieri.
Finalmente “Cuando Suárez Zabala fallece lo heredan su esposa y sus hijos y la estancia se subdivide. Algunos de ellos venden su parte. Lo cierto es que en la actualidad Montelén es una Sociedad Anónima, es un emprendimiento privado y aunque ya no se trabaje en ganadería ni en apicultura, se trabaja en agricultura y en la protección de los edificios antiguos que han quedado”.
RELATOS ACTUALES
En cuanto al estado actual de la estación, Cieri relata: “Está entera y hasta no hace mucho tiempo el tren pasaba. Claro que al no tener actividad hay un poco de abandono, se ven pastizales y hay gente que vandaliza o escribe cosas que no debe. Pero por otro lado encontramos personas que admiran las estaciones y que van a tomar fotos de esos espacios. La estación está como toda estación de pueblo en la que ya no pasa el tren”.

Aquellas personas curiosas, amantes de la historia, recopiladoras de vestigios y vivencias, encuentran en Montelén una experiencia única: “Lo que es muy lindo es que a lo largo de todo el recorrido, los árboles han hecho como una suerte de túnel donde uno puede mirar, parado a la mitad de la vía, todo el trayecto de la misma y ver cómo esos árboles se cierran formando este marco. De todo lo que hay en la estancia, lo que se conserva visitable son las ruinas de la Capilla del Sagrado Corazón, de características arquitectónicas neogóticas, en donde se celebra misa al menos una vez al año, y las ruinas de la ex Escuela Nº 2 “Julio. A. Roca”.
Cabe señalar que la Escuela Nº 2 sigue funcionando en otro edificio del distrito de Bragado ya que, luego de que un tornado azotó la zona en el año 1973 y destruyó su construcción original, no pudo recuperarse. Aquella tradicional escuela que había sido educadora de muchos hijos de trabajadores de la estancia y de otros habitantes de Máximo Fernández, tuvo que empezar de nuevo en otro sitio.

Las visitas en Montelén son guiadas y se restringe la circulación en ciertas edificaciones que pudiesen tener peligro de derrumbe: “Se trata de un emprendimiento privado que se abre al turismo pero con precaución. A veces la gente se enoja porque no puede pasar a ciertos lugares pero la medida responde a la seguridad. Hay cosas que ya no existen, como el zoológico u otras edificaciones que se han destruido. El compromiso es cuidar de este patrimonio pero preservando este lugar también en cuanto a la riqueza de su naturaleza”.

CURIOSIDADES
Si algo más se podría sumar a este peculiar lugar bonaerense es su relación con Eiffel: “Otra curiosidad que se puede apreciar es su molino. Por lo general todos los molinos tienen una estructura que si bien es firme no se compara a la firmeza del que tenemos aquí, que tiene patente Eiffel. La historia tendría relación con un antiguo boliche que estaba en San Telmo en donde se armaban estos molinos agrícolas y adonde habrían llegado varios planos Eiffel de estos molinos que eran característicos por tener más patas que los tradicionales. Aún está en pie, ni el tornado pudo con él”.
Otra singularidad, sobre la cual no hablamos con nuestra entrevistada, gira en torno a una serie de leyendas que circulan en diferentes portales acerca de la existencia de fantasmas, que tuvieron su precedente en historias tan trágicas como improbables y que aún rondarían en este lugar. Certero es el magnetismo que genera este rincón bonaerense, que tuvo su época de oro a comienzos del siglo XX y en donde las personas dominaban el ambiente rural al compás del tren y del progreso. Certero es el devenir, el paso del tiempo y las ruinas como mudos testigos, perdiéndose bajo la vegetación que puja por recuperar su espacio. Lo demás, son sólo historias…
Solo soy aficionado a los ferrocarriles, luego de leer la nota y escuchar la entrevista, quisiera aclarar que:
La estación se llama MAXIMO FERNANDEZ (así lo indica su cartel nomenclador en las muchas fotos que circulan por la web), quien dono las tierras para su construcción, fue inaugurada en el año 1893, antes de que la familia Salaberry llegara en 1904. En otro sitio (de la Municipalidad de Bragado), dice: «En el año 1927, Don Juan Salaberry decide lotear terrenos de su propiedad, ubicados hacia el norte de la estación de ferrocarril, dando origen a la Colonia Salaberry».
La forma correcta de identificar el lugar seria: JUAN F. SALABERRY (ESTACION MAXIMO FERNANDEZ).
Gracias por brindarme este espacio, y evitar confusión en los futuros lectores.
Gracias por el aporte José! Abrazo!