El Paraje San Francisco es un bello y rural espacio, ubicado a 23 Km de Los Toldos, la capital de General Viamonte. Allí, Raúl Severini tuvo, entre muchas iniciativas, la idea de crear el Museo “Cosas del Siglo Pasado”.
Hace más de 22 años Severini, quien es productor agropecuario, empezó a gestar este sueño. Para ello echó mano a sus reliquias familiares, pero también supo contagiar a sus vecinos con este entusiasmo. La respuesta fue inmediata y el resultado exitoso. La propiedad de Severini se fue llenando de objetos que estaban destinados a no olvidarse. Al contrario, cada visitante que llega a este lugar del paraje San Francisco tiene la capacidad de hacerlos vivir otra vez.
Los niños de las escuelas, sobre todo de las rurales, son llevados allí por sus maestros, quién sabe si con emoción o curiosidad al principio, pero irremediablemente después se ven atrapados por este viaje de más de cien años al pasado. Otros visitantes, al contrario, llegan para ver y remover la nostalgia que les provoca encontrarse con objetos o herramientas que utilizaron para trabajar o en su vida cotidiana. Una remoción de sentimientos se hace presente entonces y la alegría alterna con la emoción de aquellos abuelos que ven el reflejo de su vida en una exhibición de museo.

UN MUSEO, UN ALMACÉN, UNA ESCUELA
En cuanto al museo, Severini explica que “Se trata de elementos que se utilizaron en el siglo pasado y que fueron dejándose de lado, yo los rescaté y puse en condiciones para exhibirlos en un lugar donde hubo una escuela, cerrada por falta de matrícula”.
En este paraje San Francisco hubo un almacén homónimo, aunque no fue el único sino que varios almacenes se sucedieron desde principios del siglo pasado: “El último almacén fue el de mi padre, que se conoció como el “Almacén de Severini” o “Almacén San Francisco” cerró en 1968 y fue el último que hubo en la zona”– cuenta Raúl- “La construcción aún está en pie y yo lo uso como depósito del museo porque me donan muchas piezas que debo restaurar para luego llevarlas a la sede de la vieja escuela”.
En relación a la escuela, este vecino cuenta que en 1943 se fundó una escuela en un lugar próximo y que en 1968 se hizo el edificio en donde hoy está el Museo, pero que ya la cantidad de habitantes en los campos de la zona era inferior. Fue así que, en 2006 la escuela cerró y luego de muchos trámites él pudo rescatar ese espacio del abandono y del olvido total: “Pasó a ser una tapera más, como tantas de la que hay en la zona. Me dio lástima porque vivo en frente, así que empecé a tramitar para llevar allí el Museo, que hasta entonces era itinerante. Me llevó tres años de gestión hasta que me lo dieron en comodato”.

El edificio en cuestión consta de una sólida y amplia construcción compuesta por una galería cerrada, un patio techado, dos salones, un espacio para jardín, dos baños y una casa contigua, que alguna vez fue utilizada por un casero encargado de cuidar la escuela.
A quien goza de estar frente a objetos antiguos que “hablan” de un tiempo pasado, que narran su propia historia y lo ponen en contexto, visitar el Museo de las Cosas del Siglo Pasado es todo un deleite: “Hay una réplica del almacén de mi padre, en donde yo atendí también hasta los 20 años, dejé cuando tuve que ir hacer el servicio militar y mi papá cerró. Además, hay herramientas rurales tiradas por caballos, herramientas manuales, utensilios de cocina, relojes, lámparas, faroles, radios, tocadiscos, cámaras fotográficas, filmadoras, sulkys, vagones, etc. Son cosas que se utilizaron en el siglo pasado por nuestros abuelos y nuestros padres hasta llegar a fines de siglo, como por ejemplo los primeros celulares que aparecieron”.
“Entre las herramientas que tengo, la que más llama la atención es la elevadora de heno, las típicas cigüeñas. También hay arados de una, dos y tres rajas tirados a caballo y de cuatro rejas, tirado por tractores a uña, y un cincel de once púas de fines del siglo XIX”, explica.

EL OFICIO DE CONTAR HISTORIAS
Raúl cuenta que no hay una fecha de fundación del Paraje San Francisco, pero que la historia se basa en el hecho de la adquisición de unas 800 hectáreas de campo en 1890 en la zona por parte del inmigrante español Francisco Tobar que fundó la Estancia San Francisco. Alrededor, progresivamente, se fueron asentando los pobladores y nació el paraje. Se cuenta que el mismo supo tener escuelas, almacenes, boliche, club y parroquia. En 1898, Tobar vendió estas tierras y se fue a la zona de La Carlota, pero aquello que había nacido se sostuvo por muchos años, aunque el paraje San Francisco nunca devino en pueblo. Tarde o temprano distintos motivos llevaron al éxodo de muchos de sus habitantes, no obstante, siete familias aún se mantienen allí de manera estable, entre ellos Severini y su esposa Estela, docente rural jubilada, quien lo acompaña en estos proyectos.


Don Raúl, con su espíritu incansable y activo, además, es autor de dos libros. El primero, editado en 1990, se tituló “Historia y Recuerdos” y narra la historia del lugar. Más adelante Severini continuó contando anécdotas, pero esta vez inspirado en aquellas charlas que escuchó desde chico en el boliche, y así nació “Y no es cuento, cuentos de campo”.

TAMBIÉN HAY LUGAR PARA UNA BIBLIOTECA…
Raúl es una caja de sorpresas en cuanto a su espíritu emprendedor. Ahora, en la casa contigua a la escuela está armando una biblioteca: “La biblioteca tendrá exclusivamente textos rurales, de investigación y estudio, sobre todo para los chicos que estudian en las escuelas agrarias y para los vecinos que la quieran visitar. Todavía está en pañales, pero la estamos armando. Tengo ayuda y gente entusiasta que me trae también libros de contenidos rurales”.
UNO DE LOS CUENTOS, QUE NO SON CUENTO


¿El paraje ha visto nacer y crecer a Don Raúl? ¿O Don Raúl ha visto nacer y crecer al Paraje? El orden del factor, no altera el producto. Escucharlo hablar es un placer y un ejemplo de que siempre hay algo para hacer. Si San Francisco tuviese motor, seguramente se llamaría Raúl Severini.
¿CÓMO LLEGAR A SAN FRANCISCO?
Accesos por camino de tierra:
• Desde la Ciudad de Los Toldos se recorren 6km al sur por la RP65 y se toma un desvío señalizado de tierra hacia la izquierda, luego se transitan 14Km hasta llegar al paraje.
• Otro acceso parte frente al Monasterio Benedictino (cruzando la ruta), se recorren 10km pasando por la Quesería Santa María, hasta llegar al paraje.
• También se puede llegar desde el pueblo de San Emilio recorriendo 16km.