Entrevistamos a Antonio Capelli, productor de cerezas de la zona cercana a Otamendi, quien desarrolla su actividad desde el Establecimiento Las Brusquitas, con base en las buenas prácticas agrícolas.
DISTINTAS GENERACIONES, DISTINTOS ABORDAJES PRODUCTIVOS
Capelli nos cuenta que este emprendimiento ya tiene unos veinte años, que este camino fue iniciado por su abuelo y que desde hace unos siete años él se encuentra al frente: “Estamos categorizados en lo que es la agricultura familiar, y una de las dificultades a las que nos enfrentamos fue la económica porque se hacía un poco difícil afrontar la compra de insumos y mantener las prácticas tradicionales que se hacían. Una de las respuestas que encontramos fue utilizar la agroecología como método de producción, hace siete años recién se estaba hablando de esto, a nivel nacional o regional había pocos ejemplos y hasta pocos profesionales especializados en la materia. Tuvimos la suerte de comenzar a recorrer otros países con una agricultura más avanzada como Estados Unidos o Australia y que son precursores, sobre todo desde la tecnología”.
En cuanto a lo que implica la agroecología, el entrevistado explica que la idea es “salirse de la utilización de agroquímicos y comenzar a ver el productivo no sólo como un eslabón sino introducir un ecosistema, como en el caso de plagas de insectos, y en lugar de ir en contra de esto y aplicar remedios se busca fomentar la implementación de depredadores naturales. Tenemos el caso de la mosca de la fruta, muy conocida por los productores de fruta y un ejemplo bien concreto es la implementación de cajas-nido para fomentar la ratona, un ave pequeña cuya base de alimentación es la mosca. Por otro lado, buscamos tener un suelo sano y fuerte, con todos los microorganismos para favorecer nuestro cultivo. En este momento hacemos prácticas de pastoreo con hacienda, utilizándola en distintos ciclos para el pastoreo y el abonado mediante el bosteo. Hemos visto muy buenos resultados. Sabemos que el cambiar de una práctica a otra lleva su tiempo, pero es bueno poder comparar los resultados. Nosotros estamos en un proceso de transición, no puedo decir que los rindes sean igual que antes, pero vamos camino a eso”.
Capelli indica que si bien este camino se inició para buscar una respuesta a sus problemas en cuanto a los especies notaron una demanda fuerte del consumidor en cuanto a la selección de alimentos más sanos: “Hoy no solo abastecemos a las ferias verdes y bolsones, y de pasar a depender del mercado central comenzamos a generar una pequeña distribución regional y desde hace dos años estamos llegando a Buenos Aires”.
LA PRODUCCIÓN
“Tuve la suerte de que agarré el productivo con plantas más maduras, de unos dieciséis o veinte años. Se trata de una extensión de seis hectáreas con unas cuatro mil plantas aproximadamente. Los rindes varían mucho porque depende mucho de las condiciones climáticas. Tenemos riego por goteo, pero no dependemos mucho, sólo la principio cuando se colocan los plantines. Hay que pensar que la cereza es un cultivo más austral, más de la Patagonia, donde los suelos distintos y el clima es más seco, por lo que no necesita demasiada agua. Sí utilizamos riego por aspersión, pero más que nada para contrarrestar heladas”, destaca.
En cuanto a la etapa de cosecha, la misma se hace de manera manual y la mayoría de los trabajadores son de la localidad de Otamendi, un plantel que ya se encuentra afianzado y conoce la forma en la que se debe realizar cuidando la extracción de la fruta.
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