Nueva Plata es una pequeña localidad del partido de Pehuajó, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Ubicada a 16 km. al sureste de la ciudad cabecera del partido.
Fue fundada el 1º de diciembre de 1888 por don Rafael José Hernández como Centro Agrícola “Nueva Plata”, dentro de la estancia “El Tata”. Hernández pensó en crear un pueblo con el mismo nombre y con la posibilidad de que a sus tierras altas llegue el ferrocarril. Nueva Plata fue imaginada como un lugar similar a la ciudad de La Plata en su trazado, por eso se caracteriza por sus diagonales. Su fundador intentó poblar con inmigrantes la colonia, pero ese sueño quedó truncado al igual que la llegada del ferrocarril. Actualmente, en la plaza Arzobispo Espinosa, se encuentra el monumento a Rafael J. Hernández realizado por su hijo Rafaelito.

Para conocer más sobre este lugar entrevistamos a Juan Crivero, ex delegado y vecino, con profundas raíces en esta comunidad en donde estuvieron sus padres, abuelos y bisabuelos. Su conocimiento en primera persona no tiene desperdicio, pues sabe sobre su historia y sobre su presente ya que anduvo las rutas como camionero, fue productor de manzanilla, caminó las calles como delegado y hoy las transita repartiendo quesos de una fábrica de la zona. Como quien pasa revista en su mente, Juan cuenta: “Antes había mucha gente en Nueva Plata, la placita la hizo mi bisabuelo. Me contaba mi viejo que la plaza era cerrada con ligustros y hasta tenía puerta, con una tranquera de tejido como la de antes, y de noche se le ponía llave para que no anduviera nadie, porque eso era un bosque”.
La población actual de Nueva Plata oscila entre los 200 y 300 habitantes: “Ahora empezaron a venir más personas porque se empezaron a vender los terrenos para hacer casas quintas”. No obstante, Crivero cuenta de otras épocas de esplendor donde abundaban los comercios varios: carnicería, panadería, tiendas, gomería y farmacia. “Hoy no quedan muchos, no hay carnicería ni panadería, tenemos que ir hasta Pehuajó”, dice.

En cuanto al motor económico de la zona, Crivero expresa: “Tenemos una fábrica de quesos, que es lo que le está dando vida al pueblo, y en los alrededores están los tambos que dan trabajo a la mayoría de la gente de acá, y en la fábrica trabaja mucha gente también. Antes había otra fábrica, pero se cerró y se vendió todo. Y unos chicos que trabajaban ahí levantaron después la que está actualmente, que anda muy bien por suerte. Yo también ayudo al hombre hacer el reparto de quesos porque yo tengo mi camión, pero ya estoy un poco grande para eso”. Algunos de los puntos de distribución son Bolívar, Trenque Lauquen, Carlos Tejedor, Carlos Casares, Olavarría y Daireaux. “Esta fábrica salvó a muchos en el pueblo”, sintetiza.
Con respecto a instituciones, Nueva Plata cuenta con sus escuelas, su jardín de infantes, la delegación, la salita de primeros auxilios y el Club Rafael Hernández, entre otros. Esta última mantiene su comisión, se hace allí alguna que otra actividad deportiva de papi fútbol y de tipo recreativa, con la organización de encuentros o bailes: “Ese Club tiene muchos años, lo compraron cuatro personas, era un salón grande y después lo fuimos ampliando”.
El libro de vida de Crivero está lleno de anécdotas, como las que cuentan sobre sus tiempos como productor y secador de manzanilla, cuya siembra se hacía en el mes de abril y se recogía en el mes de octubre para su posterior secado y comercialización. En este capítulo conocemos más sobre esta actividad productiva y sobre otros aspectos de la vida de Nueva Plata, otro hermoso rincón bonaerense que vale la pena recorrer: